¡Qué antiguo suena todo y qué típico! Ya
están los espadones haciéndose oír. Pero no a la antigua usanza, con el
cornetín de órdenes y la consigna del día. Ahora lo hacen de un modo
infinitamente más peligroso: con razones. El Jefe del Estado Mayor del
Eército (JEME), general Jaime Domínguez Buj ha hecho unas declaraciones que han levantado una polvareda de tuaregs entre los políticos y, supongo, sus coros tertuliescos.
El
PSOE quiere que esas declaraciones "se rectifiquen"; el PP las ve
"difíciles de comprender"; a IU le parecen una "barbaridad" que "aviva
el fuego"; ICV, que "son más propias de la legión que del XXI",
como si la Legión fuera los Tercios de Flandes y no del siglo XXI,
habiendo desfilado hace escasas fechas con su aguerrida cabra. No quiero
ni imaginar lo que dirán los nacionalistas gallegos, vascos y
catalanes. Ni los intelectuales que creyeron haber "nivelado" España con
la Transición.
Pues
¿qué? ¿Qué ha dicho el general? ¿Santiago y cierra España? ¿Por Dios,
por la Patria y el Rey? ¿Viva España con honra? ¿Viva la muerte? ¿Arriba
España? ¿Todo por la Patria? ¿Se sienten, coño? ¿O no ha dicho nada y
se ha limitado a berrear subido a un caballo?
Nada
de eso. Todo lo contrario. Un señor pulcro, bien uniformado, ha
expuesto con mesura y tino una serie de juicios y consideraciones del
presente y del pasado sumamente puestas en razón. Y lo ha hecho no en el
patio de armas de un cuartel, sino ante un selecto auditorio en un
desayuno convocado por un Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior,
un organismo de tinte conservador, pero civil, que no tiene su página
web muy actualizada, pues no se refiere al desayuno concreto aquí en
consideración. Un desayuno no es un seminario de máster, desde luego,
pero tampoco es un acuartelamiento de las afueras.
¿Y
qué ha dicho el general que ha soliviantado al personal? Cosas que
cualquier persona sensata, leída, aficionada a las citas cultas, los
conocimientos históricos y la reflexión sobre el ser de España entiende a
la primera: que le duele España por la corrupción y el separatismo
catalán; que este, el separatismo, se da siempre que el poder central se
debilita; que eso pasó en 1808 en la guerra contra el francés y se
perdió el Spanish Main; en 1898 y por eso volaron Cuba, Puerto
Rico y ls Filipinas. Aquí parece haber un punto de discrepancia: la
prensa habla de 1898 y el general responde que se refería a 1808, como
si de 1898 no pudiera hablarse. ¿Por qué? Porque de Cataloniae fabula narratur. Ahí está el delicado busilis del asunto, lo que pone de los nervios a los políticos españoles. Cataluña.
A
más mesura y discreción ha dicho que las Fuerzas Armadas "no son
garantes de nada", sino meros instrumentos del gobierno para hacer
cumplir la ley y la Constitución. Me temo, mi general, que yerra usted.
En su artículo 8,1 la CE determina que las Fuerzas Armadas "tienen como
misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su
integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Otra cosa es
que ese artículo, como otros en la Constitución, sea un dislate. Por eso
hace usted bien en señalar que están estrictamente a lo que el gobierno
mande.
Corona
usted su desmesura diciendo que no cree que la cuestión catalana pueda
resolverse por la fuerza o mediante los tribunales, sino que es precisa
la política. Exactamente lo que lleva todo el mundo dos años diciéndole a
Rajoy, como quien habla a un adoquín. Que haga política, pues es
político y para eso le pagamos. Sin contar los sobresueldos, añade
Palinuro desde el fondo. El presidente del gobierno dice no ser fiscal
ni juez, pero su gobierno y él por tanto azuzan a la Fiscalía para que
organice un desaguisado en Cataluña. Eso se llama hipocresía y a los
hipócritas les irrita sobremanera que les descubran sus vergüenzas.
No
se trata de si los militares tienen o no razón. Se trata de que el
Ejército no puede hablar de cuestiones que no le competen. Es tan
absurdo que dan ganas de llorar. Los militares no pueden hablar; pero ya
lo han hecho. Los catalanes no pueden votar; pero ya lo han hecho. A
esto es a lo que el JEME debe de llamar "debilidad del Estado". ¿Sí?
Pues se va a enterar el milico. Va a caerle un paquete de órdago. Y a
Más una querella como un obús. Y todo seguirá deteriorándose bajo la
zigzagueante dirección de un auténtico incompetente e irresponsable.
La
escandalera de la oposición refleja sus miedos. Los miedos a eso, a los
"tiempos de la legión". No confía en la solidez de las instituciones
democráticas y teme que, si hay un movimiento involucionista, cuya
primera víctima ella sería, tendría un gran apoyo. Probablemente el del
noventa por ciento de los votantes del PP que ahora pide al general
aclaraciones sobre sus palabras.
Ese es el drama de España: que medio país sigue sin ser demócrata.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
Ese es el drama de España: que medio país sigue sin ser demócrata.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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