Aquí algunos pueden estar perdiendo la minerva. Cabe calificar de
muchas formas el discurso -y la práctica, supongo- de Podemos y así se
hace. Pero llamarlos casposos suena algo extraño, casi ridículo.
Menos mal que la radio, el medio en el que el presidente del grupo
parlamentario de CiU, Jordi Turull, ha manifestado su parecer es un
medio frío, según la célebre dicotomía de MacLuhan. Si llegar a ser caliente,
por ejemplo, la televisión, esta hubiera podido mostrar imágenes al
instante que desmentirían el calificativo de Turull.
A la vista está que
en Podemos hay muy poca caspa, mental o física. La caspa cae más del
lado de Turull. Y esto no es una respuesta ad hominem pues
Palinuro reconoce que se puede ser casposo, llamar casposos a los demás y
tener razón. Ese no es el asunto. El asunto es que en Podemos hay
muchas cosas pero, hombre, caspa, no. Eso lo ve cualquiera. Gerardo
Pisarello señalaba hace poco que Podemos es la fuerza política de
izquierda española que más lejos ha llegado en la cuestión catalana al
reconocer que España es un "país de naciones".
¿Qué
sucede entonces? Que Podemos pone nervioso al personal. En Cataluña por
unos motivos y en España por otros. Pero casi todo el mundo está muy
nervioso. Y cuando hay nervios es fácil liarse. En España ya llevamos
una temporada de nervios. Rajoy llama "adanes" a los dirigentes de
la nueva formación; Sánchez considera que no son "castos" y él, de paso,
tampoco es "casta"; los de IU andan murmurando que se han quedado con
el santo y la limosna; y los de UPyD los tildan de "populistas", un
término progresivamente carente de sentido. En Cataluña el impacto de
Podemos ha sido más reciente y estas son las primeras y quizá no muy
atinadas reacciones.
Y
es una pena. Palinuro lleva tiempo sosteniendo que Podemos y la
cuestión catalana son los dos fenómenos más importantes en España hoy.
No solo políticos, sino también culturales, sociales y hasta económicos.
Con todas las críticas y burlas que se han hecho al miserable aumento
de las pensiones y el SMI, es posible que ni eso se hubiera dado de no
existir Podemos. Los dos fenómenos decisivos en el día de hoy y el
próximo futuro. Los dos fenómenos en los que la gente que en ellos
participa y muchos que los siguen atentamente comparten la convicción de
estar haciendo historia. Españoles, catalanes haciendo historia. Dentro
de cien o doscientos años estos fenómenos de hoy pueden abrir un
capítulo en los manuales o reducirse a una nota a pie de página en un
relato monótono. Que sean lo uno o lo otro depende de cómo la gente
actúe ahora. Y eso lo sabe la gente.
Siendo
los dos acontecimientos más importantes hoy en España quienes los
gestionan harán bien en tratar de comprenderse por encima de minucias
partidistas. Al margen de su desafortunado exabrupto, Turull razona muy
bien. Pone a Podemos en un brete cuando lanza "Mira que es fácil decir si se está a favor o no de un referéndum sobre la independencia, sí o no"
y es verdad. Ya lo era antes del 9N y no se produjo, a pesar de que los
británicos acababan de dar una lección imposible de ignorar respecto a
cómo se gestiona en una sociedad democrática el derecho de
autodeterminación de los pueblos.
No
se entiende por qué Podemos no reconoce el derecho de autodeterminación
de los catalanes. Pasado el 9N la oposición a una consulta referendaria
de hecho ya carece de sentido porque de todas formas va a darse pues no
otra cosa son las elecciones plebiscitarias en ciernes que no es
posible prohibir, ni siquiera desautorizar con algunas de las
habituales impertinencias de Rajoy. Un pronunciamiento en ese sentido
clarificaría el ambiente en Cataluña y le ganaría muchos apoyos. Si no
se da, dicen algunos, es porque Podemos teme perder votos en España a
cambio. Pero eso está por ver, sobre todo si la organización explayara
su posición por entero aquí y allí: que no es partidaria de la
independencia de Cataluña, pero sí de que los catalanes puedan decir
libremente por su cuenta, como han hecho los escoceses. Y, por
supuesto, de que el resultado se respete e implemente.
Me
dirán ustedes que estoy tratando de casar a Podemos con el
independentismo catalán, como hace Palinuro. Y la verdad es que sí. Son
lo más importante que le pasa a mi país hoy, lo que trae en su seno
mayor expectativa de cambio. Tanta que a saber qué tipo de país nos
encontraremos cuando estos procesos hayan dado sus primeros frutos.
Aquí
es donde se enciende el plasma de La Moncloa y Rajoy coloca uno de sus
confusos discursos pidiendo el voto, pues siempre está en campaña
electoral, en razón de su carácter previsible, su sentido común, el como
Dios manda, la seguridad, la estabilidad, y frente a las ocurrencias de
unos, los adanismos de otros y la aventuras y locuras de aquellos
otros.
Confieso que
esta horrible posiblidad es uno de los motivos (no el único, claro) por
los que Palinuro simpatiza con los dos fenómenos mencionados.
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