sábado, 6 de agosto de 2011

Un agosto entre indignados y la crisis de deuda

El año comenzó con protestas en el mundo árabe y terminará con una crisis monetaria en el viejo continenteNo es difícil jugar a predecir lo que sucederá con la economía mundial en el mediano plazo, de acuerdo con los últimos sucesos.
 
Lo único malo de las predicciones es que en información de economía los vaticinios y pronósticos es mejor dejárselos a las pitonisas y culebreros, porque todo cambia radicalmente cuando menos se espera.

Este 2011 comenzó con unos episodios políticos sin precedentes en la historia reciente. Los pueblos árabes, tradicionalmente sometidos por gobernantes perpetuos y corruptos, sorprendieron al mundo con violentas protestas que lograron derribar dos regímenes aparente mente fuertes como el de Egipto y Argelia. La mancha de las protestas se sigue extendiendo en este verano continental y no han cesado las fuertes protestas en Siria, Yemen y Libia, lugares en donde los enfrentamientos han desencadenado en incipientes guerras civiles.

Y mientras eso sucedía en el Magreb y su periferia, los todopoderosos gobiernos de Alemania, Francia e Inglaterra, tenía que salir a rescatar, no solo una sino dos veces, a las irresponsables economías de Irlanda, Portugal y Grecia. La constante negación de los gobernantes de turno a realizar reformas estructurales en sus economías y particularmente en sus políticas pensionales y laborales, hizo que la deuda soberana se convirtiera no solo en el fantasma del euro, sino en un tumor real que ahora amenaza a España e Italia.

Durante la corta vida de la moneda única no se había experimentado una crisis de esta magnitud y nada calma los mercados que se limitan a observar cómo la prima de riesgo que pagan los gobiernos por sus bonos de deuda sigue subiendo a pasos agigantados, ya casi coqueteando con el nefasto 7%. 

Haga de cuenta que a usted le prestan dinero que respalda con una letra de cambio al 3% y que se cuelga unos meses y los intereses ya suben al 7%. La situación es dramática al punto que el en varios países la solución se ha vuelto un tema de solidaridad nacional. Tal es el caso de Italia y Bélgica en donde se ha acudido al sentido nacionalista para hallar una solución al problema de la deuda soberana.

Lo malo viene en camino sin pretender vaticinar ni pronosticar el desenlace. Los indignados han vuelto a cargar en España acosando a un gobierno que está de salida y que no ha encontrado la forma de contrarrestar los ataques a su deuda. Si España tiene que ser rescatada el perjuicio para la Europa Comunitaria no será de un 6% de su PIB sino de un 28%. 

El drama que vive la economía ibérica es realmente grave: una tasa de desempleo del 20%, una prima de riesgo del 6% y protestas a lo largo y ancho del país que muestran que este agosto será muy caliente.

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