TÚNEZ.- Los islamistas moderados ganaron el lunes en las primeras elecciones democráticas de Túnez, enviando un mensaje a otros estados de la región sobre que los largamente relegados islamistas optan al poder tras la 'primavera árabe'.
Los resultados oficiales no han sido anunciados, pero el partido Ennahda dijo que sus trabajadores habían contabilizado los resultados anunciados en los colegios electorales tras la votación del domingo, la primera desde que las rebeliones comenzaron en Túnez y se expandieron por la región.
"Los primeros resultados confirmados muestran que Ennahda ha obtenido el primer lugar", indicó el director de campaña Abdelhamid Jlazzi frente a la sede del partido, en el centro de la capital.
Mientras hablaba, una multitud de más de 300 personas reunida en la calle exclamaba "Allahu Akbar" ("¡Dios es grande!". Otros empezaron a cantar el himno nacional del país.
Conscientes de que algunas personas, tanto en Túnez como en el extranjero, ven a la resurgencia de los islamistas como una amenaza a los valores modernos y liberales, Jlazzi insistió en que Ennahda no intentará monopolizar el poder.
"No ahorraremos esfuerzos para crear una alianza política estable (...) Se lo aseguramos a los inversores y socios económicos internacionales", dijo.
Las elecciones del domingo elegían a la asamblea que trabajará durante un año en el borrador de una nueva constitución. También nombrará un nuevo presidente y Gobierno interinos para dirigir el país hasta que se celebren nuevas elecciones a finales del año que viene o principios de 2013.
El sistema de votación tiene sistemas de comprobación y balances incorporados que hacen casi imposible que un solo partido tenga una gran mayoría, Ennahda tendrá por lo tanto que buscar alianzas con partidos laicos, lo que diluiría su influencia.
Túnez se convirtió en el lugar de nacimiento de la 'primavera árabe' cuando Mohamed Buazizi, un vendedor de verduras en una ciudad de provincias, se prendió fuego en protesta por la pobreza y la represión del gobierno.
Su suicidio provocó una oleada de protestas que, semanas más tarde, obligó al líder autoritario Zine al Abidine Ben Ali a huir a Arabia Saudí.
La revolución en Túnez, una ex colonia francesa, inspiró a su vez levantamientos populares que forzó la caída de los veteranos líderes de Egipto y Libia, y convulsionó Yemen y Siria, redibujando el paisaje político de Oriente Próximo.
Ennahda está dirigido por Rachid Ghanuchi, obligado al exilio en Reino Unido durante 22 años por el acoso de la policía de Ben Ali.
Ganuchi, un académico de palabra amable, viste con traje y camisas de cuello, mientras que su esposa y su hija llevan hiyab.
El líder se está esforzando por asegurar que su partido no impondrá ningún código de moral sobre la sociedad tunecina o los millones de turistas occidentales que van de vacaciones a su playas.
Él basa su modelo en el islamismo moderado del primer ministro turco, Tayip Erdogan.
Algunos tunecinos miran el auge del partido con ambivalencia. Las fuertes tradiciones laicas del país se remontan a su primer presidente tras la independencia, Habiba Burguiba, que describió el hiyab como un "trapo odioso".
Frente a las oficinas de la comisión que organiza las elecciones, unas 50 personas realizaron una sentada pidiendo una investigación sobre lo que describieron como irregularidades cometidas por Ennahda.
Los únicos resultados oficial publicados procedían de los colegios electorales en el extranjero, porque votaron antes.
La Comisión electoral dijo que de los 18 escaños adjudicados a los emigrantes tunecinos en la asamblea de 217 miembros, 9 fueron a Ennahda.
Sus rivales más cercanos eran dos partidos laicos: el Congreso por la República con cuatro escaños y el Ettakatol, que obtuvo tres.
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