MADRID.- La declaración de Iñaki Urdangarín ha sacado a la luz detalles bastante concluyentes sobre el caso Nóos; no obstante, era imposible que no apareciera algo teniendo en cuenta que el yerno del Rey ha estado en el juzgado más de 22 horas contestando unas 500 preguntas. Nada más y nada menos.
No obstante, no parece que José Castro, el juez que comandaba el proceso, estuviera durante el fin de semana conforme con las respuestas de Urdangarín; todo lo contrario: el magistrado llegó a perder la paciencia hasta el punto de amenazarle con citar a su mujer, la Infanta Cristina, a la que ha eximido de cualquier responsabilidad.
“Mejor que no hubiera venido”, le señaló Castro, resignado ante el papel de Urdangarín durante la sesión del sábado, en la que consideraba que el imputado respondía con evasivas y respuestas preparadas, tales como “no lo recuerdo”, o “yo eso no lo llevaba”. Lo cierto es que la advertencia pareció surtir efecto en el marido de la Infanta, quien pareció cambiar su actitud, según apuntó el mismo Castro, hasta el punto de reconocer la existencia de una cuenta en Suiza mediante la cual un socio jordano cobró por una operación con Aguas de Valencia, así como que Cristina sí firmaba las cuentas de la empresa Aizoon, única, por otra parte, de la que se ha responsabilizado.
A pesar de que ha sido un mero aviso, lo cierto es que la presencia de la hija del Rey en los juzgados no sería nada inverosímil. De hecho, José Castro dictó un auto la semana pasada en el que traspasaba a las partes la petición del sindicato Manos Limpias de imputar a Cristina y llamarla a declarar. Según este mismo auto, el plazo para que estas mismas partes se pronuncien comienza este martes y se prolongará durante cinco días.
No obstante, no parece que José Castro, el juez que comandaba el proceso, estuviera durante el fin de semana conforme con las respuestas de Urdangarín; todo lo contrario: el magistrado llegó a perder la paciencia hasta el punto de amenazarle con citar a su mujer, la Infanta Cristina, a la que ha eximido de cualquier responsabilidad.
“Mejor que no hubiera venido”, le señaló Castro, resignado ante el papel de Urdangarín durante la sesión del sábado, en la que consideraba que el imputado respondía con evasivas y respuestas preparadas, tales como “no lo recuerdo”, o “yo eso no lo llevaba”. Lo cierto es que la advertencia pareció surtir efecto en el marido de la Infanta, quien pareció cambiar su actitud, según apuntó el mismo Castro, hasta el punto de reconocer la existencia de una cuenta en Suiza mediante la cual un socio jordano cobró por una operación con Aguas de Valencia, así como que Cristina sí firmaba las cuentas de la empresa Aizoon, única, por otra parte, de la que se ha responsabilizado.
A pesar de que ha sido un mero aviso, lo cierto es que la presencia de la hija del Rey en los juzgados no sería nada inverosímil. De hecho, José Castro dictó un auto la semana pasada en el que traspasaba a las partes la petición del sindicato Manos Limpias de imputar a Cristina y llamarla a declarar. Según este mismo auto, el plazo para que estas mismas partes se pronuncien comienza este martes y se prolongará durante cinco días.
No fue, de todas maneras, la única advertencia que el magistrado propinó a Urdangarín: según el abogado de Jaume Matas, Castró también le amenazó con la “tortura” de un careo con su exsocio, Diego Torres, al que ha responsabilizado de todas las operaciones irregulares que figuran en el caso Nóos. En este sentido, y según el mismo abogado, el juez le llegó a decir a Urdangarín que sería “muy desagradable” tener que enfrentarse con él.
No sabemos si el magistrado, que salía ayer de los juzgados muy satisfecho, volverá a encontrarse con Urdangarín, o si será con la Infanta Cristina o incluso con los dos; no obstante, si algo parece intuirse es que al caso Nóos le queda aún mucho por rascar.
No sabemos si el magistrado, que salía ayer de los juzgados muy satisfecho, volverá a encontrarse con Urdangarín, o si será con la Infanta Cristina o incluso con los dos; no obstante, si algo parece intuirse es que al caso Nóos le queda aún mucho por rascar.
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