MADRID.- La octava huelga general de la democracia española paralizó el jueves la industria y llenó de manifestantes el centro de Madrid, mientras en Barcelona se registraron graves enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Mientras en Madrid decenas de miles de personas llenaron pacíficamente el centro, con sus principales arterias cortadas por la masiva afluencia de manifestantes en contra de la reforma laboral, en Barcelona había choques entre la policía local, que cargaba con dureza y disparaba pelotas de goma a manifestantes que respondían con piedras y agredían a policías de paisano cuando los descubrían.
En Madrid, además de la manifestación que siguió a las centrales sindicales mayoritarias, la movilización de sindicatos alternativos como CGT y CNT abarrotó el céntrico paseo de las Delicias mientras se dirigían a la simbólica plaza de la Puerta del Sol al grito de "Así, así, ni un paso atrás, contra la reforma, huelga general".
En Barcelona se registró una verdadera batalla campal con quemas de contenedores y de una tienda de la multinacional Starbucks, además de agresiones a escaparates de tiendas.
"Es una pena que esto termine así, porque la manifestación ha sido masiva y ha demostrado que la gente quiere defender sus derechos", dijo un manifestante ante un contenedor en llamas.
Más allá de estos enfrentamientos, la manifestación principal en la ciudad condal, convocada por los Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT), abarrotaba las calles céntricas, con decenas de miles de manifestantes que hacían caso omiso a las oleadas de gases lacrimógenos y al estampido de los disparos de la policía.
Los sindicatos CNT y CGT también se manifestaron en Barcelona.
"Si no nos quejamos nosotros, ¿quién va a hacerlo?, somos estudiantes, nos suben las tasas de estudio y ¿para qué? ¿Para que trabajemos en un McDonald's?", dijo Ariadna, una estudiante de Educación Social de 21 años.
Según cifras de los sindicatos, un millón de personas se manifestaron en toda Cataluña y 900.000 acudieron a las marchas en la ciudad de Madrid
En ambas ciudades, algunos bancos fueron el blanco del enfado de los manifestantes, que ven en las entidades financieras a uno de los principales responsables de la crisis económica que asola a una España con un 23 por ciento de paro.
Frente a la sede del gobernante Partido Popular en Madrid, un cajero destrozado era una muestra de este descontento, mientras que en el barcelonés paseo de Gracia se han cerrado cajeros con pegatinas y ha habido pequeñas concentraciones ante sedes de bancos.
La masiva afluencia de manifestantes en las principales ciudades españolas podría ser interpretado como un espaldarazo a los sindicatos que habían convocado a una huelga que no pocos analistas consideraban una prueba de fuego.
Gran parte de la población ve a las cúpulas de las centrales sindicales como poco funcionales a la hora de defender los derechos de los trabajadores.
"La clase obrera ha vencido al piquete del miedo", dijo el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, en la madrileña Puerta del Sol al final de la principal manifestación en la capital.
El Gobierno, en cambio, ha querido restar importancia al resultado diciendo que la huelga general tuvo un "impacto moderado".
Los sindicatos cifraron la adhesión general a la huelga, una vez descontados los servicios mínimos, en el 77 por ciento.
Toxo había insistido antes en que recrudecerán las protestas si el Gobierno no da su brazo a torcer en su intención de no cambiar la reforma laboral, mientras que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, reiteró que la parte sustancial de la ley no cambiará.
El seguimiento de la huelga fue masivo en la industria pesada y los fabricantes de automóviles.
En la fábrica industrial Bosch en Madrid, no se registraba ningún tipo de actividad, y la jornada de huelga se desarrollaba sin incidentes, con los piquetes informativos a la puerta.
"Aquí trabajan más de mil personas, y nadie ha venido a trabajar", dijo José Ángel Castellanos, representante de Comisiones Obreras (CCOO) en Bosch Madrid.
El miedo a perder el empleo en un país en el cual uno de cada cuatro trabajadores está en paro también llevó a muchos empleados a no secundar la huelga.
En un centro comercial de El Corte Inglés en Barcelona, protegido por un cordón policial y empapelado con pegatinas de "Cerrado por huelga", una empleada que no quiso dar su nombre declaró que no tenía libertad para ejercer su derecho a huelga.
"Vengo a trabajar porque si no lo hago, me echan", dijo, ingresando al establecimiento por una puerta lateral, alejada de los manifestantes.
La convocatoria a huelga tuvo como centro la protesta contra una reforma laboral aprobada por el Gobierno que abarata el despido y permite una rebaja unilateral de salarios, pero también contra la política de ajuste pactada con Bruselas y que ya tiene impacto en servicios sociales básicos.
Los puertos de Valencia y Sevilla permanecieron cerrados, mientras que en el sector de medios, varias televisiones públicas regionales veían interrumpida su emisión.
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