¿Qué neurona o cable suelto se la habrá cruzado al portavoz parlamentario del Partido Popular, Alfonso Alonso, cuando ha calificado los presupuestos que ha presentado su gobierno como “una terapia de shock”?
En efecto, la periodista canadiense Naomi Klein escribía en 2007 su libro “La doctrina del Shock o la estrategia del capitalismo para imponer su dictadura” denunciando la actual crisis económica como un invento de un sector bancario y financiero para imponer un modelo y una regresión masiva de leyes y libertades.
Y en esas estamos, en un gobierno que amnistía a defraudadores fiscales, indulta a banqueros, empresarios y políticos condenados por corrupción, congela todas las partidas presupuestarias de carácter social o cultural, arroja la toalla en una quimérica lucha contra el desempleo (reduce en 1.500 millones un partida de “políticas activas de empleo”), no avanza un milímetro en combatir el monumental fraude fiscal de 80.000 millones al año y mantiene a la Iglesia sin tributar un céntimo.
Este es un gobierno de, por y para ellos. Los chorizos, los mangantes, los corruptos, los defraudadores, sus ministros, “asesores” de la economía oculta y sumergida, a los que se amnistía de todos sus robos y evasiones al mismo tiempo que se pone en su manos la pistola que les permite despedir libre y gratis total.
Cuesta trabajo pensar que haya algún trabajador, algún mileurista, algún desempleado, que haya votado o piense votar a esta pandilla de ladrones, de sicarios de los mercados, de los banqueros y de los curas, que estrangula con despiadadas “reformas laborales” y subidas de precios e impuestos a las clases populares y mantiene en sus paraísos e inmunidades a los que nos quieren someter a la peor de las dictaduras.
En este país de golfos, macarras y mafias soterradas, este gobierno se lleva la palma, se están llevando la mortadela mientras confunden al pueblo con don Tancredo. Todo lo que dicen o han dicho es mentira o está en camino de serlo. Sus palabras, como el peor de los yogures, caducan en dos días y su credibilidad es una puñetera mierda. Son asquerosamente falsos e impúdicamente sectarios. Gobiernan para una minoría y no respetan siquiera las formas.
Si no se les para o desaloja del poder habrá que honrar a la libertad, la democracia, la decencia o la honradez como a piezas arqueológicas.
Menos mal que todavía queda aceite de oliva para hacerse una ensalada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario