EL CAIRO.- Más de 16 meses después de la revuelta contra el entonces presidente Hosni Mubarak, los militantes irreductibles de la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, advierten al ejército que hoy dirige el país de que están listos para retomar la revuelta que derrocó al mandatario.
"El ejército siempre tendrá la plaza Tahrir frente a él", dice Marwan
Adel, un profesor de 30 años desde esta plaza emblemática de la
protesta que en febrero de 2011 llevó a la salida del poder del
presidente Mubarak, tras 30 años en el poder.
Ahora, cuando el consejo militar que dirige el país está acusado de
querer apegarse al poder, "estamos listos para retomar el testigo" de la
revuelta, advierte el profesor.
Igual que otros egipcios que participaron en las manifestaciones
multitudinarias de enero y febrero de 2011, Marwan Adel vuelve con
frecuencia a esta plaza mítica, en la que algunos militantes siguen
acampados en tiendas para mantener una presencia, aunque sólo sea
simbólica.
Marwan confiesa haber "boicoteado" las elecciones presidenciales,
cuya segunda vuelta, que se celebró este domingo, oponía a dos candidatos
muy alejados de los ideales de los jóvenes revolucionarios
prodemocráticos de 2011: un ex primer ministro de Hosni Mubarak, Ahmed
Shafiq, y un miembro de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi.
Pero la disolución esta semana del Parlamento dominado por los
islamistas, que permite al ejército adjudicarse el poder legislativo,
levanta de nuevo el temor de que los generales se aferren al poder a
cualquier precio.
Magdy, de 35 años, otra de las personas que están en la plaza Tahrir,
quiere perpetuar el recuerdo de Jaled Said, un joven de Alejandría que
murió el 6 de junio de 2010 tras una paliza de la policía y se convirtió
desde entonces en un un símbolo de la represión policial y un icono de
la revuelta.
"Mientras la llama de Jaled Said siga vive, ni el ejército ni Shafiq
podrán enterrar la revolución", promete Magdy, que está instalado como
otros irreductibles en una tienda con la inscripción "Jaled Said sigue
vivo".
"El ejército protegió el país y a su revolución, es una lástima que
hoy se empeñe en confiscarla. No dejaremos que lo haga", asegura.
Desde hace varios meses, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas
(CSFA) del mariscal Hussein Tantaui, es el principal blanco de las
críticas de los militantes prodemocráticos, que le acusan de querer
mantener el antiguo régimen a pesar de la caída de Mubarak.
"Mi mensaje a Tantaui es el siguiente: puede usar todos los
subterfugios que quiera para mantener el poder, pero cuidado, los
jóvenes de la revolución siguen estando ahí y están listos para retomar
el testigo desde esta misma noche", dice Marwan.
Según él, el hecho de que los servicios de inteligencia y la policía
militar hayan sido autorizados de nuevo a detener a los civiles es un
signo de que el ejército espera nuevos disturbios y está preparado para
enfrentarse a ellos.
Sin pensar en las turbulencias políticas que agitan a este país de 82
millones de habitantes, los vendedores ambulantes de cigarrillos,
banderas y recuerdos de la plaza Tahrir están sobre todo concentrados en
los negocios. "Espero que el ambiente seguirá sin incidentes ni
violencia, necesitamos trabajar para alimentar a nuestras familias",
explica Abdelal, un vendedor de banderas.
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