Nos dijo que no subirían los impuestos y lo primero que hicieron fue
incrementarlos (IRPF, IBI, Sociedades); aseguraron que tenían ganadas
las elecciones andaluzas y ahora gobierna en Sevilla una coalición entre
el PSOE de los ERE e IU; nos dijeron que los Presupuestos Generales del
Estado iban a ser decisivos en 2012 y los presentaron tarde y mal, al
punto de tener que completarlos con un recorte adicional en sanidad y
educación; establecieron el déficit público en 8,5% y, hechos ya los
cálculos, tres comunidades del PP lo elevaron a la altura del mes de mayo hasta el 8,9%;
nos aseguraron que traerían la ética perdida a la vida pública y acaba
de entrar en vigor una amnistía fiscal incluso para el dinero en
efectivo que tributa al escaso porcentaje del 10% que hará las delicias
de los defraudadores; nos aseguraron que la Comisión Europea, el FMI y
el BCE confiaban en su solvencia política, y la troika les mantea
dialécticamente enmendándoles la plana en casi todo; nos han dicho que
el problema de Bankia estaba resuelto, pero su ex presidente -Rodrigo Rato- discrepa de la nacionalización, el nuevo gestor -José Ignacio Goirigolzarri-
amenaza con marcharse si no se le transfieren en forma de capital
19.000 millones adicionales de dinero público y todavía no sabemos cómo
se va a conseguir -y de dónde- ese cerro de millones.
Y ahora, Cristóbal Montoro, el ministro de la sonrisa tonta y permanente, proclama con enfática seguridad que “los hombres de negro”
no van a venir porque España no se “puede rescatar técnicamente
hablando” aunque tenemos graves problemas para financiarnos con una
prima de riesgo por encima de 500 puntos básicos. Y, para que nada
falte, la vicepresidenta asegura en un desayuno capitalino que somos el pasmo de Triana internacional por lo bien y rápido que hacemos las reformas.
¿Qué buenas razones tenemos para creer que lo que sostiene el
ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, que cuadra el déficit
de las Comunidades Autónomas en el primer trimestre con la trampa de los
anticipos por importe de 5.000 millones, es verdad y que España no será
rescatada? ¿Qué buenas razones tenemos para creer al responsable -eso
sí, siempre sonriente- de Hacienda y Administraciones Públicas cuando el
Secretario de Estado de la Seguridad Social nos advierte que se van a
producir “tensiones importantes de liquidez”,
provocando una alarma más en el patio nacional que se parece al
cervantino de monipodio? ¿Por qué reverendas razones hemos de creer lo
que nos dice el Gobierno cuando su presidente ya advirtió que haría lo
contrario de lo que dijo y prometió si preciso fuere? Y en definitiva:
¿por qué hemos de estar tranquilos, como nos pide el Gobierno,
observando una ofensiva temeraria, con luz y taquígrafos, en la que se
exhibe con impudor la arrogancia internacional del mal pagador (si
queréis cobrar, financiarme) y la prepotencia del que supone que, o se
avienen los demás a los criterios de Madrid, o España se lleva por
delante el euro que es lo que viene sugiriendo el siempre sonriente y
facundo ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, a dos minutos
de subir el IVA, recortar las pensiones y el subsidio de desempleo. ¿A
qué este pinturero comportamiento, desafiante e imprudente?
No
es esto, no es esto. No es esto lo que esperábamos aquellos que
confiábamos en la solvencia política del PP, aun escamados como
estábamos por su oposición estatuaria e infructuosa al PSOE de Zapatero.
Creímos que habría previsibilidad en las decisiones; coherencia entre
lo que se decía y se hacía; capacidad técnica y política para resolver
los problemas complejos que nos aquejan. Nadie esperaba soluciones
taumatúrgicas. Pero suponíamos que conocían la “herencia recibida” de un
Zapatero al que hasta el más desavisado había tomado la medida, que no
traicionarían su trayectoria, que repetirían, incluso, algunos de los
mejores momentos del Gobierno del PP entre 1996 y 2004. Y aquí estamos:
con un sonriente -¿por qué sonríe, qué motivos tiene para mostrarse tan
facundo y jacarandoso el señor ministro de Hacienda?- y también frívolo
Cristóbal Montoro que se chotea de los “hombres de negro” asegurando que
no se instalarán en Madrid, lo que puede ser un síntoma alarmante de
que estén aterrizando ya en Barajas. Porque siempre sucede exactamente lo contrario de lo que Montoro asegura no sucederá.
Por eso de la “fatal arrogancia” de nuestros gobernantes de la que se
habló ayer en la videoconferencia entre los miembros del G-7 que
comienzan a no dar crédito al “pecado de orgullo” que denunció Alan Minc en Mariano Rajoy. Vientos de fronda azotan la península.
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