Para las generaciones jóvenes, víctimas de la Logse,
poco puestas en latines y menos aun en filosofías, he de aclarar, de
entrada, que la frase que titula este humilde trabajo, traducida al
español, significa “La Monarquía ha de ser destruida”. La frase quedó
para la historia por ser el título de un artículo que publicó en el
desaparecido diario “El Sol”, allá por 1930, uno de los pensadores más
importantes de España y quizás de la Europa del siglo XX: José Ortega y
Gasset… Con el permiso de don José y salvando las distancias, le tomo la
palabra, desciendo no pocos peldaños en la escala intelectual -los que
me corresponden medido con tan alta figura- y aterrizo en este penoso
panorama de la España del 2012, tan triste e incierto como aquel de
1930. Y es que parece que aquí no aprendemos nada, que estamos atrapados
en un bucle temporal, tan absurdo y estéril como la rueda del hámster,
que por mucho que gire no le lleva a ninguna parte. Condenados a repetir
siempre los mismos o parecidos errores…
Un servidor de ustedes, hasta hace bien poco, estaba
adherido a la tesis oficial de que la Monarquía nos garantizaba una
estabilidad, que blindaba la navecilla de la Nación ante los envites de
nuestra procelosa historia… Había de ser la garante de la paz y unidad
entre todos los españoles… Y así pareció funcionar durante cerca de tres
décadas… Es también verdad que durante esos años se ocultó mucha basura
bajo las alfombras, que se sembraron los gérmenes que han florecido en
la actualidad… Pero… no obstante, a algunos, quizás ingenuamente, nos
parecía que “la botella estaba medio llena”, y optamos por acogernos a
la conocida plegaria mariana del tullido que rezaba aquello de
“Virgensita, por favor, déjame como estoy”… Mejor parecía “no meneallo”.
Ese idílico panorama, en los últimos tiempos, se ha
desvanecido casi por completo, mostrándonos la cruda realidad de que no
navegamos en un batel medianamente seguro, sino en una balsa podrida que
hace aguas por todas partes y amenaza con hundirse y dejarnos
abandonados en medio del océano… El sistema parece haber entrado en
barrena, y a ello ha contribuido no poco la nefasta gobernanza durante
ocho años del “contador de nubes”, que destruyó el espíritu conciliador
de la Transición, resucitando los peores rencores de nuestro pasado.
Pero ahora no voy a hablar de ese sujeto, hoy ya afortunadamente
retirado y dedicado a tiempo completo a la tarea de ese conteo nuboso
para el que, sin duda, está tan bien dotado. Nunca debió dedicarse a
otra cosa… Pero no es de políticos profesionales de quienes quiero
hablar aquí… Esta larga introducción pretende acercarse al análisis de
lo que ocurre en la más alta instancia de la Nación: La Corona.
Para este que escribe, lo peor de la situación actual, más allá del
mal momento económico, de la recesión, más allá de los seis millones de
parados; consiste en la amenaza o, mejor dicho, inminencia de la
secesión de Cataluña y… del País Vasco que vendrá detrás ( o delante,
quién sabe ). No voy a comentar aquí la magnitud del desastre, evidente
para todo el que tenga algo de juicio; desastre no sólo moral, sino de
quiebra de las garantías jurídicas, personales, familiares, laborales,
económicas, de todo orden, que supondría esa tragedia… Uno esperaba una
reacción acorde con la gravedad del órdago separatista…, una reacción de
aquellos que están obligados a ello por mandato constitucional, por
razón de su cargo, por el sueldo que les pagamos los contribuyentes… y
por su honor, si es que lo tienen. Dejemos aparte la decepcionante
actitud tibia y evasiva de don Tancredo -perdón, quise decir don
Mariano-, que sin duda merece estudio aparte… y centrémonos, como ya he
dicho, en La Corona…
¿Qué pasa en La Corona?… Pues si nos atenemos a lo que
dicen y muestran, bien poco… Parece como si la cosa no fuera con ellos.
Se han limitado a colgar de su página web un comunicado descafeinado y
ambiguo que se puede interpretar en diversas claves según el gusto del
consumidor. Hace pocos días, la máxima autoridad del Estado vino a
Barcelona y fue objeto de desplantes varios por el sátrapa nacionalista
que gobierna esto y… la cosa pareció hacerle mucha gracia… Campechano
que es el hombre.
He aquí un par de “perlas” vertidas en el contexto de
los fastos de las celebraciones del pasado día 12 de Octubre, que
encaramos con humor, ya que, de otra forma, serían como para llorar a
moco tendido:
- A preguntas de periodistas acerca de la situación actual:
“EL JAMÓN ESTÁ MUY BUENO”… Sí, esta aguda observación
fue formulada poco después de finalizado el desfile de la Fiesta
Nacional… He estado consultando a ver si es que el jamón pudiera tener
alguna vertiente estratégico-militar para relacionarlo así con el
desfile… Es posible que sí, que el jamón constituya una potente arma
disuasoria de primer orden contra el islamismo radical, y más si lo
unimos a sus parientes de pueblo, algo más rústicos, pero sabrosos: el
chorizo y la morcilla, la sobrasada mallorquina, sin olvidar, claro
está, la butifarra catalana… Pero no todo el jamón está muy bueno,
habría que responder al artífice de ese hallazgo ontológico, está muy
bueno si es ibérico y mejor aun si se trata de un 5 jotas y… si además
ha sido pagado con cargo a los presupuestos generales del estado, ¡sin
duda debe saber a gloria bendita!
-El “Delfín”, también en el contexto de un coloquio campechanote, con altas dosis de borboneo:
“CATALUÑA NO ES NINGÚN PROBLEMA”… ¡Hay que ver qué
sabias inspiraciones vinieron a iluminar en el día de la Fiesta Nacional
a estas las mentes privilegiadas! ¿Acaso fue un efecto colateral de ese
jamón tan bueno?…
-En esa misma celebración de la festividad del 12 de
Octubre, se abroncaba al Gobierno por unas frases vertidas días antes
por el Ministro de Educación, y consideradas poco correctas
políticamente por la Alta Institución… ¡No sea que se vayan a enfadar
los independentistas! ¡Son tan delicados los pobres!
Todas estas salidas parecen revelar la tentativa de la
Alta Institución de caer simpática a los secesionistas… ¿Qué esperan?
¿Les han prometido algo? ¿Acaso creen que en unos futuribles reinos de
taifas, el rey de España (o de lo que quede) será también el rey de
Cataluña, el rey de Euskadi, etc.? ¿Aspiran quizás a una
“commonwealth-ita” de nacioncitas a gusto y medida de sus interminables
ocios, que les garantice, emulando en plan modesto a su Graciosa
Majestad Británica, ir de aquí para allá disfrutando de un variado y
ameno parque temático vacacional?: Hoy a esquiar a Vaqueira, al reino de
Catalunya; en verano a navegar a Mallorca, en el reino de les Illes,
también catalán, por supuesto; luego un divertido sarao en Madrid, en el
reino de España; después quizás una cacería con fiesta flamenca añadida
en el reino de Al-Andalus…, etc., etc., ¿Es ese el futuro en el que
sueñan?
En todo caso, esos gestos de la Corona, parecen revelar
cuál es su verdadero talante, su escasa o nula intención de implicarse
en lo que constituye su última, y acaso única, razón de ser: LA DEFENSA Y
GARANTÍA DE LA UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑOLA. Sin eso, la Monarquía no
es nada, solamente un baile de disfraces, una fiesta de buena sociedad,
tema para la revista Hola y similares… Sin eso, no le deberemos nada a
esta Monarquía: ni lealtad, ni respeto, ni un sólo céntimo del
presupuesto que les pagamos los contribuyentes… Esto deberían tenerlo
bien claro.
Ahora, haciendo un alarde de imaginación, quiero
situarme mentalmente en “el día después”; sí, en ese hipotético y
desgraciado “día después” de que haya quebrado la unidad nacional…, que
este que suscribe no desearía en modo alguno vivir… Si para entonces
estamos aun por este perro mundo, si no nos hemos matado a palos, si no
estamos en la cárcel o… Dios sabe dónde, yo me veo ya como ciudadano
español de una futura España refundada como república, convertido en un
convencido republicano, pero no de la primera ni de la segunda
repúblicas, que fueron un horror, sino de una futura república dedicada a
la reconstrucción, o mejor “refundación”, de España; gritando, como en
su día el general Prim, “¡No más borbones!” y, naturalmente, con don
José Ortega y Gasset: “¡¡¡Delenda est Monarchia!!!”
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