MADRID.- El presidente de la Fundación Pablo Iglesias del PSOE, Alfonso Guerra, cree que Mariano
Rajoy es un hombre "bastante dormilón" que, el día que ganó las
elecciones, "se quedó dormido y nadie se lo ha dicho". No le despiertan,
añade, ni las explicaciones a lo "Groucho Marx" de su secretaria
general, María Dolores de Cospedal, sobre la indemnización en diferido
del extesorero Luis Bárcenas. También hace chanzas con la última
entrevista de José María Aznar, al que ve "con la capa" y "asustando"
con su posible vuelta.
Tampoco se cree la excusa de 'la herencia recibida' y le irrita que
Rajoy pida paciencia --"Váyase a su casa si no puede gobernar", dice--.
Además, se pregunta "qué tiene que ver la herencia" con los planes del
Gobierno en materia de aborto y de educación. "Son retrógrados", añade.
Guerra presentó ante los medios de comunicación su tercer libro de
memorias, titulado "Una página difícil de arrancar" y publicado por
Editorial Planeta, en el que narra los últimos 20 años de su trayectoria
política, desde su etapa de vicepresidente del Gobierno con Felipe
González y su dimisión hasta el Ejecutivo de José Luis Rodríguez
Zapatero y la reforma de los estatutos.
Tardó dos años en escribir el libro y estuvo otros cinco "dando
vueltas" sobre si convenía o no publicarlo, dado el momento delicado que
viene atravesando el PSOE y consciente de que, aunque no ha buscado
"zaherir a nadie sin motivo", seguro que "hay que gente que se puede
molestar" con la "sinceridad" que, según promete, refleja su relato. "He
escrito lo que he vivido yo y es la verdad de lo que he vivido",
sostiene.
Guerra no considera "serio" que en el PSOE se estén planteando el
relevo de su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, un año después
de ganar el congreso federal y cree que el partido se equivoca
mirándose a si mismo.
Revela episodios desconocidos, como sus gestiones para que la Cuba de
Fidel Castro recibiese al senador estadounidense Gary Hart, para lo
cual una coordinadora de Ferraz tuvo que hacerse pasar por la esposa del
político demócrata: era Trinidad Jiménez, años después impulsora de
José Luis Rodríguez Zapatero y ministra de Sanidad y Asuntos Exteriores.
A Guerra se le recordó su frase de que, después de su Gobierno, a
España no la iba a conocer 'ni la madre que la parió', y se ratificó en
ella, al mismo tiempo que acusó al PP de hacer el "camino inverso".
"Vamos hacia atrás de una manera espectacular y en unos años a España no
la va reconocer ni la cámara de fotos", explica.
A punto de cumplir 73 años, Guerra ha cerrado la puerta a su regreso a
primera línea y sólo está dispuesto a "asesorar" a quien le quiera
escuchar. De entrada, opina que el partido necesita recuperar la
confianza de los ciudadanos con un programa orientado a los ciudadanos,
con "mordiente", y en el que se imponga "la claridad".
Tampoco entiende que el partido siga mirándose a si mismo y que, al
año siguiente del congreso federal que dio el liderazgo del partido a
Rubalcaba, ahora se estén planteando relevarle. "Es una frivolidad",
dice.
Para el que fuera 'número dos' del PSOE, los ciudadanos no han
recuperado la confianza en los socialistas tras sus últimos años de
Gobierno y decisiones como no reconocer la crisis económica y abordar un
proceso estatutario que él no habría hecho. También cuestiona los
recortes que la Unión Europea impuso a Zapatero en mayo de 2010; en su
piel, él habría dimitido y convocado elecciones para no asumirlos.
Como un autoproclamado 'rara avis', Guerra vuelve a dejar clara su
oposición a las elecciones primarias porque considera que quien gana
quiere mandar tanto que conduce "al cesarismo". Tampoco apoya las listas
abiertas porque al final cada candidato es rehén del patrono que apoya
su campaña.
Habló también de la Monarquía y defendió la trayectoria del Rey, si
bien admite que la Corona pasa ahora "un momento muy dífícil" que
atribuye a la conducta de Iñaki Urdangarín. Advierte que la gente se
está "obnubilando" con este tema pero avisa de que "estas cosas no son
fáciles de resolver": "El tío de la capa (Aznar) podría sustituir al que
está en la Jefatura del Estado y, entre uno y otro, lo tengo
clarísimo".
Sobre Felipe González, dice mantener "buenas relaciones" y asegura
que siempre será su amigo, aunque ahora se vean "en contadas ocasiones".
Eso sí, no sabe si tendrá "el honor" de que lea su libro de memorias.
En la presentación también deslizó dardos a correligionarios como
José Bono, en cuyas memorias se le retrata como un soberbio y que él
asegura no haberlas leído: "El editor tuvo la amabilidad de enviarme su
libro pero en seguida lo metí en un cajón y no he leído ni una página",
dice sonriendo.
Cuestiona igualmente al socialismo catalán, al que ve inmerso en el
"nacionalismo orgánico" que en su opinión impera en Cataluña y que
considera "una tragedia" para los catalanes porque encima esta siendo
liderado por el propio gobierno autonómico. Confía en que al final se
reconducirá todo en esa comunidad, pero "a alguien le va a costar la
cabeza".
En su opinión, la generación actual no está menos preparada que la
suya, sino que incuso es más valiosa, pero la diferencia es que en la
Transición "los mejores" decidieron meterse en política y ahora huyen de
una actividad que está "desprestigiada y cuasi perseguida".
"Se ha
producido un cierto decalaje", diagnostica.
Ahí es donde aprovecha para animar a los jóvenes a que ejerzan una
profesión antes de dedicarse a la política y lamenta que haya dirigentes
que no hayan hecho otra cosa y que no han pagado la Seguridad Social
con un empleo: "Así el puesto no hay quien se lo quite, lo defienden con
uñas y dientes".
Definido por la editorial como un 'socialista sin fisuras', Guerra
reitera su desprecio por la ostentación, su rechazo a "pasar la mano
sobre el lomo" de los poderosos y los magnates de la comunicación, y sus
críticas a la 'beatiful people' del PSOE en los ochenta. Opina que hay
socialistas "poco socialistas" y pone como ejemplo al británico Tony
Blair: "¿Qué queda de su Tercera Vía? --se pregunta--. Una manera de
engañar a la gente para hacerse millonario".
Defiende la coherencia como el principal valor de los políticos
--"Rejuvenece más que el bótox", sostiene-- y se siente "muy querido"
por los ciudadanos: "Sé que hay millones de personas que confían en mí
más de lo que yo merezco, que me quieren pese a que yo no he hecho
méritos; aunque también haya 400.000 que me tengan ganas", comenta.
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