MADRID.- El pasado 19 de enero el diario El País publicaba una extensa charla con Santiago Sierra (Madrid, 1966),
el artista español de más prestigio internacional que en 2010 originó
un fenomenal escándalo al rechazar el Premio Nacional de Artes
Plásticas. Poco después la entrevista fue eliminada del archivo digital
por su contundencia declarativa. Algunos la han recuperado para nuestro
gozo y reflexión. Un artista comprometido consigo mismo, que es lo
mismo que con el mundo. Con una conciencia política clara y una
producción artística social aguda, simbólica y brutal. Vean si no:
Inauguras en Madrid dos proyectos nuevos en galerías casi
simultáneamente: El trabajo es la dictadura (Ivorypress) y Los
Encargados (Helga de Alvear), junto a Jorge Galindo. Quizá la presencia
más destacada que has tenido en mucho tiempo en la escena del arte
español. ¿Es una coincidencia programática o es que la atroz situación
en España te ha llevado pronunciarte con mayor énfasis ahora con
respecto a esta realidad?
No he conocido nunca una situación política en España que no fuera
atroz. Dicen que durante los años en que me marché del país, durante la
época de Aznar y Zapatero, España estaba entre “los campeones”, cómo si
eso fuera algo envidiable. No lo he visto y no me lo creo pero todo
puede ir a peor, claro.
El proyecto en Ivorypress es, básicamente, un
proyecto editorial, la propuesta era hacer un libro en pequeño formato y
económico como los que ya se han hecho con Kiefer, Cabrita Reis, Long o
Kounellis, entre otros. El libro es el resultado de una acción laboral o
de una penitencia, lo cual viene a ser lo mismo. El proyecto producido
por la galería Helga de Alvear y realizado con Jorge Galindo es un poco
más complejo es una llamada a la insurrección contra este régimen
absurdo. Los Encargados es una joya de la contra propaganda en la que
también participa el maestro del cine Iván Aledo. Estoy realmente
orgulloso del resultado y creo que hay que agradecer a Helga de Alvear y
a su equipo de profesionales el apoyo que nos ha brindado para llevar
adelante el proyecto. El proyecto lo forman 7 cuadros de gran formato
evocando los cartelones de cine de la Gran Vía y en cada cuadro hay un
retrato en blanco y negro e invertido de cada uno de los presidentes de
la democracia más su jefe de Estado. Luego los sacamos en procesión por
la Gran Vía. El resultado de todo ello es lo que mostraremos en la
galería.
En tu opinión, ¿cuáles son los asuntos más preocupantes o
indignantes de lo que sucede actualmente en el plano político y social
en España?
El otro día leí unas declaraciones de Gallardón afirmando que gobernar es repartir dolor, y en eso lleva toda la razón; o administrar la Muerte como decía con mayor audacia Agustín García Calvo. Los partidos políticos son en todo el mundo, y aquí también, organizaciones criminales cuyos esfuerzos van destinados a meter mano en la caja común y repartirse el botín de lo público entre sus cuates, jefes y familiares. Ni izquierda ni derecha, aquí la única dirección reseñable es arriba y abajo: ellos arriba y los demás abajo, obviamente. Los partidos políticos pertenecen a la banca que es quien los financia, al igual que los sindicatos mayoritarios pertenecen al Estado, que es quien los financia. La corrupción no es una anécdota, la corrupción es el Régimen, y la extorsión, su método. El Estado es un cuerpo parasitario y su objetivo nunca será el bien común sino el privado, el bienestar de clase, de su clase. En el proceso se suelta alguna migaja al populacho para poder echársela en cara en cada telediario y a correr. En España tenemos una administración colonial que hace lo que le digan fuera a cambio de impunidad en sus desfalcos. España pertenece activamente a la mayor organización terrorista de la historia del planeta: la OTAN, principal sospechosa de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, entre otras muchas desgracias. España es una monarquía por la gracia del Pentágono, a quienes lo que les importa es la estabilidad de sus bases militares. Es súbdita de la Unión Europea, una auténtica cueva de piratas, desde donde un día se ordena desmantelar la industria para contentar a los industriales del norte; otro, desmontar la agricultura para contentar a la agroindustria de Francia; o, como vemos últimamente, jalear el robo a espuertas sobre la población peninsular. La Unión Europea nos quiere como camareros y albañiles con la ciencia prohibida y la cultura de rodillas, sin universidades: brutos, pobres y enfermos. Este es un país de asesinos y de asesinados, con las cunetas llenas de olvidados y las calles llenas de intocables. Aquí se entierra a los fascistas con gaiteros y se celebran las matanzas del Nuevo Mundo y, cuando no, se divierten torturando bestias los domingos. Luego está la mafia de Roma que entiende la sodomía como un método pedagógico perfectamente aceptable, los señoritos, la clase de los peces gordos, el fútbol, los media, etcétera. Un maldito desastre. Es la apoteosis de los cretinos. Pero lo realmente preocupante es la obediencia. Ese es el mayor problema que tenemos, la obediencia y la candidez.
En la performance El trabajo es la dictadura recurres a la
estrategia que has empleado en trabajos anteriores, como 20 trabajadores
en la bodega de un barco (2001); 11 personas remuneradas para aprender
una frase (2001) o Contratación y ordenación de 30 trabajadores conforme
al color de su piel (2002). Hay quienes consideran estas acciones una
irritante (o cínica) explotación de personas en situación de desventaja.
Sobre todo porque luego, como artista, los documentos de dichas
performances entran muy bien valorados en el mercado del arte. ¿Cómo
respondes a dichas apreciaciones? ¿Cuál ha sido tu experiencia con los
“empleados” en las performances anteriores?
El trabajo no es necesario. Y lo que estoy diciendo es eso: el trabajo siempre es explotación. Es necesario huir de los imaginarios que diginifican al trabajador sin cuestionarse la naturaleza misma del trabajo. Si a la moralidad burguesa le molesta lo que hago, pueden irse a la ópera, que aún quedan entradas, allí no verán pobres. Yo no soy propietario de cadenas de confección de ropa barata con niños esclavos en países exóticos, tampoco vendo masivamente productos tóxicos o engaño a ancianas para robarles los ahorros de su vida, como hace la gente fina de este país. Me dedico al arte contemporáneo, que es una ocupación, no un delito. Me encantaría ver un día preguntas de este cariz dirigidas a los grandes peces gordos. Desde mi posición como artista, hago acciones puntuales, siempre dentro de la legalidad, porque no soy el dueño de un banco o una momia del antiguo régimen. Sé lo que es trabajar y no me gusta nada, así que van con todos mis respetos. Si para hablar contra el sistema hay que ser un homeless, no podríamos hablar y sólo nos quedaría aplaudir desde la grada.
Explícame cómo llegas a la frase que escriben en sus cuadernos: “El trabajo es la dictadura”.
Es un hecho objetivo. La cuestión no es ya si al trabajador se le paga o no con justicia. Aunque se le pagase “con justicia” él no está ahí sino por el trabajo, por el dinero. Se le ha robado su tiempo, su cuerpo y su inteligencia en beneficio de otro, no en el suyo. No es el dueño de su vida, su vida es trabajo. ¿Cómo llamamos a eso? El trabajo no nos hace libres. No podemos estar de acuerdo con la máxima con que los nazis recibían a sus esclavos en Auschwitz (Arbeit macht frei). Tampoco dignifica. La dignidad del hombre no proviene del trabajo. Otra cosa es que no tengamos más remedio que hacerlo, pero eso es para regalarle la vida a las élites, no en beneficio público, ni individual. Tampoco nos hace especialmente felices.
¿Cómo fue el casting? ¿Qué perfil buscabas?
No hubo casting. Hubo una oferta pública de empleo que se anunció en esas oficinas y a la cual acudieron trabajadores en paro. El perfil era gente dispuesta a trabajar por el dinero irrisorio que contempla la ley vigente y un pellizco más, porque el mínimo en España es medieval.
En Los Encargados trabajas con otro artista, Jorge Galindo. ¿Cómo se gestó ese proyecto de colaboración?
Jorge y yo somos amigos desde los tiempos del Cojo Manteca, desde la Facultad. Tal vez la idea venga de ahí. No ha sido demasiado complicado trabajar juntos, ni decidirnos, ha sido un placer. Es un gran artista. La idea fue devolver el golpe a la maquinaria de propaganda que padecemos desde que tenemos memoria. Es una revancha, es contrapropaganda.
Los retratos de Los Encargados son pinturas. ¿Por qué pinturas y
no fotografías? ¿Cuál es tu apreciación de la pintura en el conjunto del
arte contemporáneo?
Un jefazo no se hace enmarcar una foto ampliada de fotomatón. Se hace pintar un cuadro, un retrato que luego pagará el contribuyente, claro. La pintura requiere una mano de obra especializada y un mayor tiempo de trabajo. Por lo tanto es más cara, su corporeidad solidifica más volumen de valor. Es un lujo. La pintura era necesaria y coherente en Los encargados. Es una cuestión de status. Al ver el retrato de un rey es imposible no pensar en la historia del arte, desde Velázquez, pasando por Goya hasta Bacon, por ejemplo. También en los retratos de los realismos socialistas o en los carteles de cine que poblaban la Gran Vía en los ochenta.
Cuando te pregunté, en su momento, sobre la autoría de esa acción
respondiste: “Es un acto claro de desafecto al régimen fascista
encabezado por el militar franquista que caza elefantes. Nosotros no
somos una organización, solo somos antifascistas”. ¿Por qué no está
incluido Franco y sí todos los gobernantes de la democracia?
Porque la democracia es la otra cara del fascismo, la democracia es tan solo una estafa, se elige dictador. Y hablamos de este y no de aquel fascismo. Frente al fascismo de Franco hay consenso fuera de las cuevas franquistas y por tanto lo damos por aceptado. En España se está echando gente a la calle a millares manu militari. Es como si tuviéramos una tormenta tropical permanente que destruye casas a diario y deja a la gente en la calle, con la diferencia de que en cualquier isla del caribe la solidaridad actúa y se organizan tiendas de campaña, hospitales, ayuda internacional, etcétera. Los suicidios constantes se silencian. Y la gente que ha perdido el ojo de un balazo de goma o que ha sido torturada para ver luego a sus torturadores absueltos, o los niños sin calefacción, ni papel higiénico que se llevaron una paliza de los “defensores” del orden en Valencia por protestar. Puro fascismo. Los fascistas no suelen parecerse a Hitler, son más bien de corbata y buen corte de pelo, y usan carnet de partido, de cualquier partido porque todo es un teatrito de quinta categoría. No necesitamos que nos gobiernen, ni que tipos con pistola controlen las calles, ni cumbres de ladrones, ni ejércitos de personas amaestradas a quienes solo podemos desear ver libres. No los necesitamos: todo lo que ha podido avanzar la sociedad ha sido a pesar de Los Encargados, no gracias a ellos. Ellos son quienes en nombre de sus jefes privan a la humanidad del progreso.
Todos sabemos quién fue Franco: un asesino en masa, un sádico, una gran desgracia. Otro encargado. Lo chocante es que hoy exista una Fundación Francisco Franco diciéndonos los temas que no podemos tratar. El caso “Allways Franco” de Eugenio Merino, denunciado por esa Fundación por faltas al honor, es como si la Fundación Adolf Hitler denunciara a Mauricio Cattelan por faltas al honor. Delirante pero real. Lo de Franco merece un capítulo aparte, él y sus franconsteins. En Los Encargados hablamos de un fascismo de tapadillo, de la gran estafa de la democracia. Franco dejó todo atado y bien atado. Franco y la C.I.A.
Has vivido y trabajado largo tiempo en México. De hecho, se te
considera muchas veces como mexicano en los círculos artísticos. Aunque
sean muy distintos unos de otros, ¿qué crees que distingue a los
artistas de América Latina en relación a los europeos, por ejemplo,
ahora que parecen ser punto de atención internacional?
He de confesar que me incomodan un poco estas preguntas porque nos obligan a generalizar, y ese es siempre el principio de la xenofobia. Los mexicanos son así y los croatas asá. Las sociedades son siempre complejas, hay muchas latinoaméricas, como hay muchas europas o españas. Por otra parte los contextos son muy diferentes y los actores dependen del contexto y de su posición en la jugada. Hay un océano en medio, no es ningún charco. Por lo demás, lo significativo es que en Latinoamérica también hay artistas, antes todo era Europa y Nueva York, ahora existe China o India. Mejor así. En el caso de México la multiplicación de espacios y actores de estos últimos años es real y objetiva y eso genera una mayor vitalidad que en otro lugar donde ocurre lo contrario y se cierra todo.
El concepto de “Libertad” es muy importante en tu trabajo. Cómo
la definirías, más con respecto a ti como artista que una definición de
diccionario.
Libertad es una palabra robada y mancillada por las élites. Si alguien declara ir a buscar la libertad a no sé donde, ya sabemos a lo que va: a robar. Libertad es un concepto que debe ser recuperado, porque define algo inexistente que urge repensar. Tiene difícil rescate pero merece la pena intentarlo.
Tus trabajos suelen despertar a la gente de su letargo.
Cuestionas, incomodas, haces pensar o (a algunos) solo reaccionar. ¿Es
ese el punto de equilibrio poético que buscas?
Creo que la gente llega a mis exposiciones dormida o despierta ya de casa. No sé si el arte puede o no despertar a nadie. Personalmente, no me gusta que me quieran despertar, me suena a mesianismo, algo de lo que huyo, y me gusta dormir. Cada cual debe extraer sus propias conclusiones. Como artista, trataré de seguir haciendo lo que me gusta.
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