Su retirada de la vida política y posteriormente de la vida pública, unidas al silencio de la prensa en torno a Adolfo Suárez,
hacían intuir que algo grave sucedía con el ex presidente. Una especie
de un pacto no escrito de silencio, basado en la actitud intencionada
del respeto que merece el personaje y en su triste destino. No fue hasta
mayo de 2005 que la familia de Suárez hizo pública la enfermedad.
"Ya no recuerda que fue presidente del Gobierno,
no conoce a nadie y sólo responde a estímulos afectivos como al
cariño", explicaba su hijo Adolfo Suárez Illana. Durante una
intervención en el programa 'Las Cerezas' de TVE -que presentaba Julia
Otero-, manifestaba que su familia había decidido hacer pública la
situación del que fuera jefe del Ejecutivo en la Transición española,
porque "queremos mantener la dignidad y la estética" de una persona "que
es muy querida y que no merece" ser objeto de "chismorreos".
El hijo del fundador de UCD y primer presidente del Gobierno de la Transición, relató que su padre supo, hasta la pérdida casi completa de sus facultades mentales, en 2003, de la enfermedad que padecía -Alzheimer-,
y que "trató siempre de disimularla para evitarnos sufrimiento" y
porque, "además siempre ha sido muy coqueto". "Ya no recuerda quién fue,
aunque se muestra participativo a las muestras de cariño que le
ofrecemos, interviene en algunas conversaciones con nosotros y sobre
todo con sus nietos. Responde, en resumen, a los estímulos del cariño",
contaba Suárez Illana en 2005.
La muerte de su esposa, Amparo Illana, y la de su hija Mariam,
supusieron duros momentos para el ex presidente del Gobierno, si bien
la enfermedad impidió a Suárez darse cuenta de la pérdida.
La enfermedad pronto hizo que, además de la memoria, Suárez perdiera la capacidad de hablar.
"Lo intenta, balbucea, a veces consigue articular una palabra o una
frase no siempre con sentido y algunos amigos muy íntimos creen o
quieren creer que les reconoce, que se alegra de verlos, pero van
espaciando las visitas, contaba en 2005 el periodista José García Abad,
autor de Suárez, una tragedia griega (La Esfera). Ya entonces
el duque de Suárez apenas podía moverse. Su hija Laura es la que se ha
ocupado principalmente de él estos últimos años.
Los primeros síntomas, en los 90
La enfermedad de Suárez no tiene fecha conocida de nacimiento, pero su hijo empezó a detectarla en los 90; avanzó insidiosa con el nuevo siglo y se hizo mas agresiva, inocultable, a partir de 2003, cuando hizo sus últimas apariciones en público para apoyar la candidatura de su hijo a la presidencia de Castilla-La Mancha. Su última foto oficial fue tomada el 2 de mayo de 2003: puede verse al duque acompañado de su hijo y de José María Aznar.
Santiago Carrillo, buen amigo del duque,
lanzaba la alerta, a raíz de las declaraciones que hiciera éste con
motivo de una conmemoración solemne en las Cortes: "Aznar ha sido el
mejor presidente de la democracia". "Esa frase demuestra que Suárez padece una lesión cerebral",
le comentó el líder comunista al autor del libro, quien le aféo tal
afirmación. Pero Carrillo insistió con toda seriedad en su teoría de que
aquella declaración era la prueba irrefutable de que su amigo sufría
"una lesión cerebral".
Es cierto que Suárez entonces ya estaba mal. En un mitin que
tuvo lugar con motivo de aquella campaña electoral en apoyo de su hijo,
a la que acudió Aznar, miles de personas fueron testigo de su dolencia:
"Mi padre ya estaba mal -admitía Suárez Illana- y yo no quería que
acudiera al mitin, pero él insistió. Entonces le escribí un discurso con letras muy grandes. Leyó bien el primer folio, pero en el segundo perdió el hilo
y volvió a leer el primer folio. Él se dio cuenta y dijo: 'Perdonen
ustedes, pero creo que me he liado'. Retomó los papeles y empezó a
repetir el fatídico folio. Finalmente dejó de lado el discurso preparado
y con su espontaneidad habitual dijo: 'Bueno, para qué mas discursos,
yo lo que os quiero decir es que mi hijo es una persona de bien y que
hará muy bien su trabajo'. Los presentes estallaron en un aplauso
interminable".
El deterioro era evidente. Como cuando Suárez rehusó asistir
a una cena en la que se reunirían viejos 'fontaneros' del presidente,
porque, dijo, tenía que "atender a Amparo", ya fallecida. En otra
ocasión Suárez rechazó la propuesta para un viaje justificándose: "Esto
se ha convertido en un hospital. Aquí estoy atendiendo a Amparo y a
Mariam". Y una persona muy próxima al presidente me aseguró que ya no
distinguía entre los amigos vivos y los muertos: "Con frecuencia pide que le pongan con Manolo".. Manolo, para Adolfo, era Gutiérrez Mellado, muerto el 15 de diciembre de 1995.
Son muchas las anécdotas que circulan al respecto, algunas
ciertas y otras fantásticas, pues la leyenda se ha puesto en marcha. Una
perfectamente contrastada: en cierta ocasión, en la que Suárez acudía a
misa, sacó tranquilamente un pitillo y se puso a fumar en la Iglesia.
Otra que no he podido confirmar: durante un traslado a una clínica donde
debían hacerle unos análisis, Suárez se tiró del coche y se puso a
ordenar la circulación de automóviles.
En julio de 2008, los Reyes visitaron a Adolfo Suárez y
le hicieron entrega del Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro,
la distinción más importante que concede la Casa Real Española.
Al margen del campo institucional, el Rey y Suárez mantuvieron siempre una estrecha relación personal
fruto de los intensos años de Gobierno del político que impulsó la
Transición. Su relación se fortaleció por la lealtad y confianza
demostrada en momentos difíciles.
Precisamente una foto de ese encuentro, realizada por Adolfo Suárez
Illana, en la que puede verse al Rey y al ex presidente paseando, obtuvo el premio Ortega y Gasset a la Mejor Información Gráfica.
(*) Autor de 'Suárez. Una tragedia griega'
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