Parece que alguien intenta que la vice, Soraya Sáenz de
Santamaría, sea aparcada como candidata a la alcaldía de Madrid. Sí, ese
puesto que tan requetebién le ha sentado a la esposa de José María
Aznar. Porque a Mariano Rajoy no le ha molado que Juan Luis Cebrián, el
capo de Prisa, le tirara los tejos a la vice para que, con la
complicidad de los empresarios afines al régimen, le propusieran que se
pensara ser la nueva Presidenta del Gobierno de España.
Si, ante los
numerosos casos de corrupción, el tema Bárcenas, el deterioro de la
imagen de un Rajoy que parecía huir de la prensa y que en cualquier
momento podría salir un recibo de un sobresueldo en Génova... Porque ha
sido un dos mil catorce de dolor de muelas para un Rajoy que estaba
dispuesto a marcharse. Lo ha pasado fatal hasta que por fin, recién el
nuevo año, parece que la economía le da un respiro, un claro ardiendo al
que se agarra con fuerza para no irse.
Y
claro, nuestra mandamás de la Moncloa, la niña de Rajoy, no está
manchada en los numerosos casos de corrupción. Sencillamente porque no
ocupaba cargos en la época del reinado de Aznar. Y para los de Prisa,
acostumbrados a quitar y poner presidentes, es la candidata ideal. Como
en su día lo era Ruiz Gallardón, ya que Prisa no quería que Aznar
entrara en la Moncloa y conspiró lo que pudo para que no lograra la
investidura. Y ahora resulta que cuando Prisa está casi en quiebra,
arruinada, es la vice, Soraya, quien interviene y presiona a los bancos
para que conviertan en acciones la deuda. A cambio, claro, a cambio de
algo. ¿Imaginan? Cambio de director, etc...
Porque
Soraya, desde el búnker de la Moncloa, con su ejército de asesores
personales, lo controla todo. Gobierna sobre todos los ministros y casi
sustituye al presidente, que camina cabizbajo por los pasillos del
complejo sin saber si acierta o desatina. Si se enfrenta a Artur Mas o
le ofrece más dinero a los catalanes para que se callen.
Pero las
últimas, varias, encuestas, tanto del CIS como de empresas de
comunicación, hacen dudar de que puedan revalidar en las generales. Por
lo que la fidelidad en cuanto al apoyo incuestionable a Rajoy se
resquebraja. Y el gallego se huele la jugada de los empresarios del
régimen, de Prisa, y empieza a no fiarse de las ambiciones de su
vicepresidenta. Empieza a ver fantasmas de conspiraciones varias y se
piensa si debería enviarla a la lucha por ocupar el Palacio de la Plaza
de Cibeles...
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario