domingo, 11 de enero de 2015

Soraya for president / Joaquín Abad *

Parece que alguien intenta que la vice, Soraya Sáenz de Santamaría, sea aparcada como candidata a la alcaldía de Madrid. Sí, ese puesto que tan requetebién le ha sentado a la esposa de José María Aznar. Porque a Mariano Rajoy no le ha molado que Juan Luis Cebrián, el capo de Prisa, le tirara los tejos a la vice para que, con la complicidad de los empresarios afines al régimen, le propusieran que se pensara ser la nueva Presidenta del Gobierno de España. 
 
Si, ante los numerosos casos de corrupción, el tema Bárcenas, el deterioro de la imagen de un Rajoy que parecía huir de la prensa y que en cualquier momento podría salir un recibo de un sobresueldo en Génova... Porque ha sido un dos mil catorce de dolor de muelas para un Rajoy que estaba dispuesto a marcharse. Lo ha pasado fatal hasta que por fin, recién el nuevo año, parece que la economía le da un respiro, un claro ardiendo al que se agarra con fuerza para no irse.

Y claro, nuestra mandamás de la Moncloa, la niña de Rajoy, no está manchada en los numerosos casos de corrupción. Sencillamente porque no ocupaba cargos en la época del reinado de Aznar. Y para los de Prisa, acostumbrados a quitar y poner presidentes, es la candidata ideal. Como en su día lo era Ruiz Gallardón, ya que Prisa no quería que Aznar entrara en la Moncloa y conspiró lo que pudo para que no lograra la investidura. Y ahora resulta que cuando Prisa está casi en quiebra, arruinada, es la vice, Soraya, quien interviene y presiona a los bancos para que conviertan en acciones la deuda. A cambio, claro, a cambio de algo. ¿Imaginan? Cambio de director, etc...

Porque Soraya, desde el búnker de la Moncloa, con su ejército de asesores personales, lo controla todo. Gobierna sobre todos los ministros y casi sustituye al presidente, que camina cabizbajo por los pasillos del complejo sin saber si acierta o desatina. Si se enfrenta a Artur Mas o le ofrece más dinero a los catalanes para que se callen. 
 
Pero las últimas, varias, encuestas, tanto del CIS como de empresas de comunicación, hacen dudar de que puedan revalidar en las generales. Por lo que la fidelidad en cuanto al apoyo incuestionable a Rajoy se resquebraja. Y el gallego se huele la jugada de los empresarios del régimen, de Prisa, y empieza a no fiarse de las ambiciones de su vicepresidenta. Empieza a ver fantasmas de conspiraciones varias y se piensa si debería enviarla a la lucha por ocupar el Palacio de la Plaza de Cibeles... 

(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com

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