domingo, 29 de abril de 2012

Policía en Sol / Fernando Moreno Sanz *

La tarde de ayer estaba lluviosa, pero sobre las 19 h. dejó de caer agua y
decidí dar un paseo por el centro de Madrid. Al llegar a Sol, me llamó la
atención el número de furgones azules de la Policía Antidisturbios. Conté
doce, me parecían muchos, y al recontar, vi que había olvidado tres o
cuatro más, situados frente a la nueva boca de Metro central. Me dirigí
hacia allí y pude ver junto a esa boca a unas treinta personas, quietas y
en silencio.

Extrañado, le pregunté a un chaval que estaba liando un pitillo si sabía lo
que pasaba. Me contestó que la Policía estaba allí para amedrentar a la
gente. No lo creí, y le pregunté que por qué decía eso: “porque aquí hay
una protesta contra las detenciones de unos acusados de parar el Metro
parado en las estaciones”.

No conocía al muchacho, ni a nadie de los que por allí estaban, así que me
puse a pensar que, aunque esa pudiera ser una razón para protestar, yo
tenía un buen puñado de otras, sin más que pasar revista a “la que nos está
cayendo”. Al cabo de uno o dos minutos (serían las 20:15 h.) de pronto
comienzan los policías a hacerse señas y en menos que canta un gallo, unos
veinte o treinta nos rodean y comienzan a pedirnos que nos identifiquemos.
Yo le entrego a uno de ellos mi DNI pensando que me lo devolvería en cuanto
comprobase que estaba todo en regla, pero no: saca un libretilla de papel
cuadriculado, y comienza una minuciosa anotación de mis datos (pude ver que
apuntó hasta los nombres de mis difuntos padres). Le pido un papel para
apuntar yo su número, y me dice que no me puede dar una hojita, que me lo
apunte en la mano, y me señala amablemente su miniplaca numerada. Cuando
termina sus anotaciones, me entrega el carné, y aprovecho para preguntarle
por qué me ha tomado nota, contestándome textualmente “porque está
concentrado”. Le digo que “lo único que estoy, es en la calle”, pero,
marchándose ya, no me responde.

Me quedo perplejo… ¿Qué significa todo aquello?

Al instante una guapa muchacha con un micro en la mano me pide que le
conteste a una pregunta. Al preguntar yo de qué cadena era, me responde
que, si me lo dice, no voy a querer contestarla. Insisto yo en que si tengo
algo en la cara para que piense así, que yo siempre respondo a quien me
pregunta (aunque sea por deformación profesional, tras más de 30 años dando
clases en la Universidad). Al decirme que es de Intereconomía, la digo que
le dé recuerdos de Fernando Moreno a Ramón Pi, a quien hace tiempo que no
veo, me contesta que se los dará, pero se va sin haberme preguntado nada…

Detrás de ella estaban una chica con micro y un cámara de TV-13 que también
me pidieron unas palabras. Respondí que creía tener razones sobradas para
protestar por todos los recortes que permitían a los ladrones de arriba,
vaciar los bolsillos a los de abajo. Me preguntaron si pertenecía al 15 M o
a algún sindicato u otro movimiento, a lo que, con el mismo tono de broma,
contesté que no pertenecía a nada, ni siquiera en mis años mozos al
Movimiento Nacional-Sindicalista. No les debió gustar mucho mi respuesta,
pues tras enfocar a una octavilla caída en el suelo que decía algo respecto
a los detenidos, se marcharon sin decir ni adiós.

Yo seguía sin comprender qué estaba pasando. Hasta ese momento, todo el
mundo estaba callado y quieto. Pero me tranquilizaba saber que el número
que me “atendió” fue totalmente correcto: un episodio similar, hace treinta
o cuarenta años, me hubiera costado un disgusto, cuando menos rodar por el
suelo, tener que buscar las gafas… ¡qué se yo!

Pero no podía evitar que se me agolpasen los recuerdos de los últimos
treinta o cuarenta años, como un torbellino llegaban y se iban imágenes que
creía olvidadas para siempre: los Grises a caballo en la Avenida
Complutense, los coches celulares, los botijos, la Dirección General de
Seguridad, H-20, Z-40, carreras, incertidumbre, inseguridad, represión de
la libertad…

¿Tendría razón el muchacho que liaba su pitillo, y la Policía estaba allí
para dar miedo?

¿Sería posible que hoy en España fuera delito protestar (estar concentrado,
dijo el agente)?

¿De nuevo no podríamos reunirnos más de cuatro o cinco personas sin que la
policía nos dijese aquello de ¡disúelvanse!, teniendo que salir cada uno
por su lado?

¿Para esto treinta años de Democracia, de diálogos, consensos y paz social?

¿En qué hemos fracasado como Sociedad para haber llegado a esta situación?

Qué pena me da pensar que algo de esto pueda ser cierto, ahora que con la
vida laboral ya terminada, cumplidos los 65 años y a punto de jubilarme y
disfrutar de una vejez tranquila, tenga que asistir de nuevo a estos
espectáculos que había borrado el tiempo. Y en la Puerta del Sol, donde
late el corazón de España.

Cuando pocos minutos después, cabizbajo, entraba en el Metro para volver,
asqueado, a casa, oí algunos gritos: ¡Detenidos Libertad!... ¡Lo llaman
Democracia y no lo es!...

En fin, para no extenderme más, tal vez tuviera razón Groucho Marx cuando
decía que “Partiendo de la Nada, hemos alcanzado las cotas más altas de la
Miseria”.

Vivir para ver.


(*) Fernando Moreno Sanz, profesor de Geografía Física en la Universidad de
Alcalá

No hay comentarios: