Aumenta el peligro de un acople depresivo global, y con ello de más agravamientos económico-militares de potencialidad devastadora. Los síntomas, aunque iniciales, van desde el impacto político-financiero de un festín plutocrático por ¡16 billones de dólares!, una macro-estafa develada en la primera auditoría jamás realizada a la Reserva Federal (Fed), hasta el freno en la recuperación de Estados Unidos, la agudización de la crisis deudora europea e inadmisibles agresiones a trabajadores, estudiantes, campesinos y clase media, por medio de la mayor austeridad fiscal desde la Segunda Guerra Mundial, ¡junto a la mayor derrama y mimo a los altos círculos bancario-financieros registrada en la historia moderna!
Los préstamos secretos de la Reserva Federal (ver A. Borón, alainet.org), entidad semi privada fundada en 1913 que funge como banco central, a favor de grandes corporativos financieros de Estados Unidos, Europa y Asia ¿son legales? ¿contaron con autorización legislativa y del Ejecutivo? ¿Cuáles fueron los criterios de selección de los afortunados, en lo que a todas luces es la mayor expresión, hasta ahora, de la guerra global de clases desatada por la plutocracia? Indigna la opacidad, el silencio cómplice de los medios y la impunidad de amiguetes. La codicia y el hambre se desbordan. La paz social y la economía se desploman: no repuntan ni con los amañados rescates oficiales ni con los 16 billones de la Reserva Federal.
El deterioro económico-social y moral que acompaña al manejo clasista de la crisis en Estados Unidos y Europa, además de agudo, se internacionaliza y retroalimenta: hace poco Nouriel Roubini dijo a Bloomberg que en 2012 la probabilidad de recesión en Estados Unidos es de 60 por ciento y que mucha de la munición para enfrentarla ya se había usado, lo que también acotó Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional, mientras aumenta la explosividad social.
La crisis, que se extiende a Grecia, Irlanda, España, Portugal, Italia, indica que la eurozona muestra síntomas que van desde la desaceleración hasta la posibilidad de caer en aguda recesión. Diferente a lo ocurrido hasta ahora, la situación es delicada al deslizarse las economías hacia una zona de sincronización del estupor deflacionario: Roubini notó que en China la inversión fija equivale a 50 por ciento del PNB y que la burbuja de la sobreinversión va hacia un aterrizaje turbulento en 2013, pudiendo darse un default en 30 por ciento de los varios billones de yuanes invertidos por los bancos chinos, que caerían bajo gran presión, con impacto regional y mundial.
Una recesión en Estados Unidos, Europa y un freno en Asia colapsarían el volatil mercado de commodities, al que son tan adictas las economías latinoamericanas, incluyendo Brasil, México, Argentina, cuyas clases dirigentes, además de su atávico rentismo, especulación e inclinación por caer en la trampa de la liquidez, son influidas por el Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo a favor de la reprimarización, ahora acompañada de una fuerte oleada de rechazo popular por toda la región ante su alto costo humano, ambiental y cultural.
En Australia, voceros del alto empresariado advierten desde el Misch Global Economic Trend Analysis sobre la gran debilidad en las ventas, más desempleo, cierres de pequeñas y medianas empresas, fuertes golpes al turismo e inusitada deflación de precios, algo observado por Bloomberg en Inglaterra donde, como en Estados Unidos, cae el valor de las casas, indicio clave de que la recuperación se frena y se debilita la demanda.
Canadá ya presentó los primeros signos de recesión desde febrero de 2009. Benjamin Tal, de CIBC, y Paul Ferley, del Royal Bank de Canadá, ven una debilidad un poco mayor a la esperada por el efecto en el sector exportador de la débil economía de Estados Unidos, que también alcanza a su contraparte mexicana.
Ante la desaceleración, desempleo crónico y escándalos bancarios, aún Lagarde y Robert Zoellick, del Banco Mundial, que en medio del grotesco festín plutocrático de la Fed siguen recetando brutal austeridad y despojo a los pueblos, advierten del desliz hacia una nueva zona de peligro.
(*) Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM
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