MADRID.- Montero Glez, el escritor madrileño, emprende en Huella jonda del héroe
(Imagine) una travesía hacia el sur guiado por los pasos de un Hércules
concéntrico, como de estribillo, que entronca con Camarón, Lorca,
Ceesepe o García-Alix. La fragua del autor, una libreta de notas
chispeante que ha dado de sí tres lustros, evoca historias propias y
leyendas ajenas bañadas por los sonidos negros del Estrecho. No es
literatura de viajes propiamente dicha y se lee como una novela, aunque
su odisea andaluza le valió el Premio Llanes.
Glez, de
González, Roberto en la pila bautismal, retoma así la figura del cantaor
José Monge, que ya había abordado con maestría en el road-book flamenco Pistola y cuchillo (El Aleph). Pluma libertaria y alérgica a los cénaculos literarios, ha transitado por las maquetas del ABC, La Razón y, ahora, de los suplementos culturales de El País y El Mundo.
"Yo vendo mi trabajo, pero no mi conciencia, porque no tiene precio",
advierte este literato de rostro atezado y porte de torero.Lo entrevista 'Público'.
(...) Volviendo a Pólvora negra y a Mateo Morral, ¿la anarquía...?
¿Dónde
queda? Está ahí. El 15-M tiene mucho de ese espíritu libertario. Si no
hubiera sido por la utopía, seguiríamos en los árboles. No te digo en
las cavernas, sino en los árboles, como monos. El mono se hizo hombre
gracias a la utopía, que nos sirve para caminar. El 15-M es lo mejor que
ha sucedido, ha sido importantísimo. A mis 46 años, pensaba que esto no
lo iba a vivir.
La gente sólo hablaba de hipotecas y del coche que se había comprado
y, de repente, sale a la calle a aportar soluciones a los problemas. Ya
no queda para el botellón, para drogarse o para ir al fútbol a gritar.
Tiene conciencia de que se pueden arreglar, y ése es el primer paso.
Se
merece todo el apoyo del mundo y no que manden a los cuatro macarras de
la policía a pegar hostias. Lo que van a conseguir así es que se
radicalice el movimiento, que es lo que buscan para que desaparezca. La
base es pacifista y no puede radicalizarse por mucho que la policía meta
palos, porque esos palos repercutirán en la propia policía.
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