LISBOA.- El Partido Social Demócrata (PSD) luso, actualmente al
frente del Gobierno, continúa con su fuerte caída en los sondeos y ya
acumula una pérdida de once puntos respecto a las últimas elecciones,
celebradas en junio de 2011.
Según una encuesta elaborada por Eurosondagem y publicada hoy en
medios portugueses, el PSD obtendría ahora en unos hipotéticos comicios
el 26,9 % de los apoyos, mientras que la principal fuerza política de la
oposición, el Partido Socialista (PS), le aventajaría en siete puntos
con un 35 % de los votos.
Los sondeos sitúan por delante de nuevo al PS desde el pasado mes de
septiembre, coincidiendo con el anuncio del Ejecutivo de nuevas medidas
de austeridad para 2013, entre ellas un "enorme" aumento de impuestos,
en palabras del titular luso de Finanzas, Vítor Gaspar.
El primer ministro portugués y dirigente del PSD, Pedro Passos
Coelho, es también el líder peor valorado, según esta encuesta elaborada
en base a un millar de entrevistas, mientras que el secretario general
de los socialistas, António José Seguro, recibe la mejor calificación.
Los democratacristianos -tercera fuerza en el Parlamento y socios del
Gobierno conservador, que gracias a su apoyo cuenta con mayoría
absoluta- bajan también en intención de voto, aunque de forma más
ligera, 1,6 puntos.
Tanto comunistas como marxistas mejoran sus resultados y suben dos y cinco puntos, respectivamente.
Los sondeos reflejan un creciente descontento popular con el
Ejecutivo luso, en línea con el aumento de la movilización social
registrado durante los últimos meses.
El último ejemplo se dio el pasado miércoles, jornada de huelga
general convocada por el principal sindicato del país y que terminó con
enfrentamientos violentos entre policías y manifestantes, algo poco
habitual en Portugal.
El país atraviesa la peor crisis de su historia reciente, víctima de
la recesión económica -entre 2011 y 2012 se calcula que su PIB habrá
retrocedido cerca de un 5 %- y con una tasa de paro récord que roza ya
el 16 %.
Portugal se encuentra intervenido por la UE y el Fondo Monetario
Internacional desde mayo del año pasado, cuando la presión que ejercían
los mercados sobre su deuda llevó a las autoridades lusas a solicitar el
rescate financiero, concedido a cambio de un severo programa de ajustes
y reformas aplicado a rajatabla por el Gobierno.
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