MOSCÚ.- Miles de nacionalistas rusos vestidos de negro se
manifestaron el domingo por el centro de Moscú conmemorando el "día de
la Unidad Nacional" instaurado por Vladimir Putin, pidieron el fin de su
mandato y mostraron su hostilidad hacia las minorías.
Putin instituyó el festivo en 2005 para reemplazar la
celebración anual de la revolución bolchevique de la época soviética.
Pero activistas por los derechos civiles afirman que su propio coqueteo
con el nacionalismo ha favorecido un aumento en la violencia de la
ultraderecha, y que es parcialmente responsable de que los nacionalistas
radicales se hayan apropiado de la fiesta.
Los manifestantes, en su mayoría jóvenes con el pelo
muy corto que llevaban chaquetas negras de cuero, gritaron "Rusia sin
Putin" y lemas antiinmigrantes, llevaban iconos ortodoxos y ondeaban
banderas imperiales, cantando "Rusia para los rusos".
La policía dijo que unas 6.000 personas acudieron a la
marcha en una mañana gris, tras recibir permiso por primera vez para
recorrer el corazón de la capital rusa.
Muchos expresaron su hostilidad hacia los inmigrantes
de las regiones de mayoría musulmana del sur de Rusia y de otras
antiguas repúblicas soviéticas, pidiendo que se endurezcan los
requisitos para obtener visados y las restricciones para las migraciones
internas.
"Todos los trabajos van para los recién llegados, por
eso creo que el objetivo de esta manifestación es que los trabajos rusos
sean para los rusos", dijo un participante en la misma, Igor,
que no quiso dar su apellido y que llevaba el rostro parcialmente
tapado por una mascarilla médica.
El nuevo festivo conmemora un levantamiento en Moscú
contra la ocupación polaco-lituana hace 400 años. Putin lo celebró en un
acto junto con los líderes de la Iglesia ortodoxa y de otras tres
religiones que el Kremlin considera tradicionales en Rusia: islam,
budismo y judaísmo.
"El pueblo unió sus fuerzas en el nombre de Rusia, en
el nombre de la Madre Patria, alzándose sobre las diferencias de clase,
nacionalidad, religión y de otro tipo", declaró el presidente tras
depositar una corona de flores en un monumento en la plaza Roja. "El
pueblo liberó Moscú y el país de los ocupantes y de aquellos que
vendieron y traicionaron a Rusia".
Putin comenzó este año un nuevo mandato de seis años
después de multitudinarias manifestaciones contra él por parte de
liberales en la mayor muestra de descontento desde que llegó al poder la
primera vez al principio del milenio.
La manifestación del domingo transcurrió en calma,
aunque algunos asistentes hicieron saludos al estilo nazi y activaron
algunas bombas de humo. La policía informó de la detención de 25
personas por llevar brazaletes con la esvástica y gabardinas largas.
Otros llevaban la bandera prerevolucionaria con los
colores rojo, negro y amarillo, mientras algunos iban detrás de grandes
iconos, poniendo de manifiesto el papel de la Iglesia como señal de
unidad nacional. Muchos ser arriesgaban a ser multados por la nueva ley
que prohíbe ocultarse la cara.
La legislación rusa restringe el derecho de los
habitantes de provincias a vivir y trabajar en Moscú, pero el paro lleva
a muchos de ellos a buscar empleo en la capital, muchos de ellos
miembros de las minorías de las regiones más pobres y de mayoría
musulmana en el Cáucaso norte.
Según Lev Gudkov, director de la encuestadora
independiente Levada Center, casi la mitad de los moscovitas se oponen a
la inmigración.
"Nos escuchan solo cuando haya muchos de nosotros,
cuando salgamos a las calles", dijo Vladimir Tor, uno de los
organizadores de la marcha y antiguo dirigente de un grupo prohibido de
derechas, el Movimiento contra los Inmigrantes Ilegales.
"Nuestro sistema democrático está arruinado", dijo. "El
pueblo ruso necesita unirse y crear su propia sociedad civil".
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