EL CAIRO.- Varias ciudades de Egipto fueron escenario el viernes
de enfrentamientos con la policía en el segundo aniversario del
levantamiento que derrocó a Hosni Mubarak por las protestas contra el
presidente electo islamista, al que acusan de traicionar la revolución.
Al menos 91 civiles y 42 agentes de seguridad
resultaron heridos en los disturbios, según las autoridades. Hubo
violencia callejera en El Cairo, Alejandría, Suez y Port Dais, donde se
incendió la sede de los Hermanos Musulmanes, el partido del presidente
Mohamed Mursi.
Miles de opositores a Mursi y sus aliados de los
Hermanos Musulmanes se concentraron en masa en la plaza Tahrir de la
capital - cuna de la revolución contra Mubarak - para repetir las
reivindicaciones de un levantamiento que dicen que ha sido secuestrado
por los islamistas.
El aniversario del 25 de enero mostró una vez más las
divisiones entre los islamistas y sus rivales laicos, que obstaculiza
los esfuerzos de Mursi por impulsar una economía estancada y revertir el
desplome de la moneda egipcia atrayendo de vuelta a turistas e
inversores.
Inspirada por el novedoso e inesperado levantamiento en
Túnez contra el presidente Zine al Abidine Ben Ali, la revolución
egipcia ayudó a desencadenar más revueltas en el mundo árabe. Pero el
sentido de un propósito común que unió a los egipcios en aquel momento
ha dado paso a un conflicto que sólo ha empeorado, y el mes pasado hubo
letales batallas callejeras.
"Sobre el terreno, desde luego, hay mucha tensión, pero
hasta ahora no ha habido nada fuera de lo común o alguno que realmente
amenace con alterar fundamentalmente la situación política", dijo Shadi
Hamid, director de investigación en el Brookings Doha Center.
Los Hermanos Musulmanes decidieron no movilizarse en
las calles para conmemorar el aniversario, cautelosos ante la
posibilidad de más disturbios tras la violencia de diciembre, alimentada
por el intento de Mursi de acelerar la aprobación de una nueva
Constitución llena de disposiciones islamistas rechazadas por sus
opositores.
Los Hermanos Musulmanes niegan vehementemente las
acusaciones de pisotear la democracia y afirman que se trata de una
campaña de difamación por parte de sus rivales.
El viernes antes del amanecer, los policías se
enfrentaron a manifestantes que lanzaron cócteles molotov y petardos
mientras intentaban aproximarse a un muro que bloqueaba el acceso a
edificios gubernamentales cerca de la plaza Tahrir.
La policía también disparó gases lacrimógenos para
dispersar a decenas de manifestantes que intentaron escalar las barreras
de alambradas que protegen el palacio presidencial en El Cairo, dijeron
testigos.
"Nuestra revolución continúa. Rechazamos el dominio de
cualquier partido sobre el Estado. Decimos no al Estado de los
Hermanos", dijo Hamdeen Sabahy, un popular líder izquierdista.
Otros manifestantes invadieron las oficinas de
gobernadores provinciales en Ismailia, al este de El Cairo, y de Kafr el
Sheikh, en el delta del Nilo.
En la plaza Tahrir, los manifestantes repitieron los
gritos del histórico levantamiento que duró 18 días en 2011. "El pueblo
quiere hacer caer al régimen", vociferaron. "¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!",
gritaron otros mientras marchaban hacia la plaza.
Centrado en las próximas elecciones parlamentarias, los
Hermanos Musulmanes marcaron el aniversario con una gran campaña
benéfica en todo el país. La agrupación planea entregar ayuda médica a
un millón de personas y distribuir alimentos básicos.
Pero Mursi afronta el descontento de muchos egipcios en múltiples frentes.
Sus detractores afirman que el presidente y su partido
tratan de dominar la transición. Lo acusan de mostrar algunos de los
impulsos autocráticos del depuesto líder, por ejemplo, al impulsar la
nueva Constitución el mes pasado.
Los Hermanos Musulmanes desestiman buena parte de las
críticas, a las que califican de injustas. La agrupación acusa a sus
opositores de no respetar las reglas de la nueva democracia que puso en
el poder a los islamistas en unas elecciones libres.
Después de seis meses en el poder, Mursi también está
siendo responsabilizado por una crisis económica provocada por dos años
de agitación. La moneda egipcia se ha hundido a mínimos récord contra el
dólar.
Los detractores afirman que la nueva Constitución,
aprobada en un referendo, ofrece una protección inadecuada de los
derechos humanos, otorga al presidente demasiados privilegios y no
contiene el poder de un estamento militar, que mandaba en la era de
Mubarak.
No hay comentarios:
Publicar un comentario