MADRID.- Miguel y Juan Manuel, de 17 y 19 años, regresarán a Madrid el 12 de enero con las cenizas de su madre. Emma Rodríguez Pinar falleció el pasado 20 de diciembre en un hospital de Córdoba
(Argentina) a causa de un paro cardíaco tras sufrir una neumonía
atípica, que le había dañado varios órganos y la mantenía muy
debilitada. "Pedimos ayuda al consulado para su repatriación
a España cuando estaba enferma, pero ni siquiera hemos recibido una
respuesta oficial. Nadie nos ha llamado. Nos hemos sentido solos,
perdidos y desamparados. Nuestros gobernantes practican el ejercicio de
la sordera, de la dureza", denuncia su hermana, Mari Ángeles, a 20minutos.es
Emma, economista de 54 años, vivía con sus hijos en casa de su madre,
que les ayudaba con su pensión. Cansada de esta situación y de no
encontrar trabajo, decidió viajar a Argentina para intentar montar un
negocio. Una vez allí, enfermó gravemente de neumonía y
tuvo que ser ingresada el 12 de octubre en el hospital Arturo Illia de
la ciudad de Alta Gracia. "En esos dos meses no salió de la cama ni de la UCI. Yo pedí la repatriación, primero de palabra y luego por escrito,
pero me di cuenta de que no iban a hacer nada", explica su hermana, que
se fue a Argentina para cuidarla, aunque solo pudo estar 40 días allí
porque debía volver a su trabajo en Madrid.
Los médicos les dijeron que el apoyo familiar era fundamental para su recuperación, así que los dos hijos de Emma dejaron sus estudios en España, se fueron a Argentina y se alojaron en un hostal. "El cónsul apareció en el hospital 38 días después de que Emma fuera ingresada y cuando yo ya había denunciado el caso en 20minutos y otros medios de comunicación. Apareció dando órdenes y se reunió con el director del centro", recuerda Mari Ángeles. Entonces, se produjo el traslado inmediato de la enferma al hospital de Córdoba, donde solo podía ser visitada por los familiares durante una hora. "Mi sobrinos se quedaron en Alta Gracia, a 30 kilómetros, y viajaban todos los días para ver a su madre. La intención del cónsul era que mi hermana se pusiera bien y volara a España en un vuelo comercial", asegura.
Aunque Emma superó algunas complicaciones, estaba muy débil. Tras
sobrevivir a un primer paro cardíaco, el 20 de diciembre sufrió otro que
no pudo superar. "Cuando me llamaron para comunicarme su fallecimiento
no me puse furiosa porque ya no servía de nada", dice Mari Ángeles, que afirma que repatriar a su hermana era caro, pero en otros casos, como el del dirigente de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Ángel Carromero,
parece que no tanto. "El dinero de todos se gasta de forma arbitraria.
No somos todos iguales en este país. Lo que para unos es posible, para
otros no lo es", critica.
El Ministerio de Exteriores reveló a este diario, cuando se conoció el caso, que la repatriación en un avión sanitario es un proceso muy caro (141.000
euros, según un presupuesto privado que pidió la familia de Emma) para
la cantidad total destinada para protección de españoles en el
extranjero, 2.300.000 euros.
Emma fue incinerada en Argentina y sus hijos regresarán con sus
cenizas a Madrid. Aún les falta un documento para el traslado, pero se
prevé que lleguen a Barajas el 12 de enero. "Los chicos se han hecho
cargo de todo. El que peor está es el pequeño. El dolor y la tristeza
están ahí", señala. Ahora, están alojados en casa de un matrimonio amigo
de su madre y cuando vuelvan seguirán viviendo con su abuela y contarán
con el apoyo de sus tíos. "Mi madre dice que hay gente que está peor que nosotros, que solo somos uno más", asegura.
Mari Ángeles se pregunta qué debe hacer un ciudadano normal para ser escuchado. "Un ciudadano de a pie descubre que no hay vía de comunicación con sus representantes, que no le escuchan, salvo que se acuda a un medio de comunicación. Solo esperamos que no le pase a ninguna familia más, que nadie se sienta tan desamparado", sostiene.
Pese a la tragedia, la familia de Emma es capaz de señalar el lado positivo de su experiencia: la solidaridad.
"Los médicos y enfermeras le salvaron la vida varias veces a mi hermana
y tuvieron una gran calidad humana. Nos llegaron a ofrecer sus casas.
Cuando llegué a Argentina no conocía a nadie, pero todos me ayudaron. Si
necesitaba trasladarme, me llevaban en coche", explica Mari Ángeles,
que dice que su familia siempre estará agradecida a todos los
profesionales y vecinos que les apoyaron y cuidaron de su hermana Emma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario