MADRID.- El rey Juan Carlos se paró ante una multitud de periodistas y
curiosos sonrientes, intercambió bromas, se rió de unos chistes e
incluso se probó un par de gafas regaladas por un periodista del
programa satírico "Caiga quien Caiga".
La escena de 1997 era una de las típicas apariciones públicas del
monarca, cuando era uno de los más populares del mundo, los medios de
comunicación le trataban con benevolencia y la idea de su abdicación
hubiera parecido absurda.
Dieciséis años después, casi la mitad de los españoles piensan
que debería dejar el cargo en favor de su hijo, el príncipe Felipe, de
45 años, y casi un tercio, la mayoría de ellos jóvenes, desea que el
país se convierta en una república.
El Rey, de 75 años, ha caído en desgracia de forma espectacular
por una serie de escándalos que han minado su aceptación pública
mientras su salud se debilita.
Popular y respetado, Juan Carlos I incluso se ganó la admiración
de los republicanos por su papel en la pacífica transición a la
democracia y por frenar el golpe de Estado en 1981.
Ahora, la opinión pública se ha agriado por las imputaciones de
su hija menor, la infanta Cristina, y su marido, Iñaki Urdangarin, en un
caso de corrupción, una supuesta cuenta en un banco suizo sin aclarar y
un estilo de vida ostentoso - con un viaje de caza mayor a África
mientras la crisis económica engulle al país.
Este año se cruzó una línea roja con la publicación de
entrevistas a una empresaria amiga del Rey que dice que ha desarrollado
labores de consultoría para el Gobierno.
Tertulias de televisión y medios sociales se refirieron a Corinna
zu Sayn-Wittgenstein como la amiga íntima del Rey, lo que desencadenó
una gran compasión pública hacia Sofía.
Pilar Urbano, biógrafa oficial de la Reina, ha declarado que el
Rey ha sido "muy mujeriego, le han gustado mucho las señoras. Todas
menos la propia".
Por su parte, la Casa Real mantiene silencio ante estas
especulaciones. Pero mientras los ciudadanos lidian con deudas, el paro y
la corrupción generalizada en la política, las actividades del Rey
ahora provocan desdén, después de años de deferencia.
"La opinión pública en este momento no sabe a qué atenerse. La
gente está un pelín desquiciada, asombrada con lo que pasa en España",
dijo Bieito Rubido, director del diario Abc.
Como la mayoría de los expertos en la realeza, no se cree que el futuro de la monarquía esté en juego.
Pero los interrogantes sobre el futuro de la Corona se han sumado
a una pérdida de fe general en las instituciones, inmersas en numerosos
casos de corrupción tras el estallido de la burbuja inmobiliaria hace
cinco años, que sumió a España en la crisis.
"La gente está extremadamente frustrada con la situación
económica y quiere echar la culpa a alguien, así que es una situación en
la que puede pasar cualquier cosa", dijo Jonathan Hopkin, experto en
política de la London School of Economics.
Fuentes cercanas a La Zarzuela dicen que la familia real está
preocupada por el declive de su popularidad y está deseando evitar
añadir más incertidumbre al clima de crisis. La Casa Real vigila la
opinión pública muy de cerca a través de los medios sociales y con sus
propias encuestas.
Abolir la monarquía completamente no es algo que contemple la
clase política, y dos políticos de izquierdas que pidieron la abdicación
del Rey fueron inmediatamente reprendidos por otros políticos.
Si la abdicación se contempla, nadie lo admite. Pero el peligro
es que cuanto más tiempo se deje pasar, más dañada quedará la
institución heredada por el Príncipe. El problema es que Juan Carlos
abdicara caído en desgracia, algo que no es probable que haga, según
creen expertos reales.
No obstante, el monarca tiene un ejemplo en otro lugar de Europa.
La reina Beatriz de Holanda ha anunciado que abdicará este mes a los 75
años en favor de su hijo de 45 años.
El príncipe Felipe es apreciado, según las encuestas, pero la monarquía en su conjunto se ha resentido.
En una encuesta de 1997, la monarquía obtenía un 6,67 sobre 10,
la mejor nota de cualquier institución en España. En 2011, había caído
al 4,97.
Aunque los comentarios sobre la mala salud del Rey tras cuatro operaciones en un año continúan, no quiere ceder el mando.
"El Rey no quiere abdicar bajo ningún concepto, y no puede ser en contra de su voluntad", dijo Rubido.
El príncipe Felipe es discreto pero amable y está muy bien
informado de la actualidad. Su esposa, Letizia Ortiz, también es
popular.
Se ha comentado que Felipe está furioso con su padre y su cuñado
por el escándalo de corrupción. Pero parece que el Rey tratará de capear
el temporal con la esperanza de que eventualmente amaine y pueda
recuperar parte de su popularidad.
Días después de que el juez instructor José Castro imputara a la
infanta Cristina, Zarzuela anunció que la Casa del Rey sería incluida en
la nueva ley de transparencia que podría arrojar luz sobre las finanzas
de la realeza, para incluir las partidas que destina el Gobierno,
además de los ocho millones de euros que tiene asignados anualmente.
Pero Arsenio Escolar, director del periódico digital 20 Minutos, dice que se está ofreciendo muy poca transparencia y muy tarde.
"La contestación social creo que volverá y las calles pueden
estar otra vez llenas de aquí a un mes. Puede parecer que a la gente le
da igual pero la indignación crece. La opinión pública no va a tragar
tanta cosa (refiriéndose a la suma de corrupción política y real)",
dijo.
Los españoles de más edad sienten una gratitud inmensa hacia el
monarca por detener el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Sin
embargo, las generaciones más jóvenes de españoles no recuerdan esos
hechos históricos.
La imagen del Rey comenzó a deteriorarse con la investigación
sobre el supuesto desvío de fondos públicos en la fundación sin ánimo de
lucro Nóos que presidía su yerno Iñaki Urgandarin en 2011.
Cayó en picado en 2012 cuando se conoció que Juan Carlos había
realizado un viaje para cazar elefantes a Botsuana, en plena crisis
económica en España y con el país en el punto de mira de los mercados.
Mientras uno de cada cuatro españoles vive en la pobreza, según
Cáritas, La Zarzuela quedó expuesta como una institución sin contacto
con la realidad. En un hecho sin precedentes, el Rey pidió disculpas.
Desde entonces las cosas no han dejado de empeorar, culminando
con la imputación de la infanta Cristina en el caso Nóos este mes.
Sin embargo, los españoles no prevén que se haga justicia, como dijo un madrileño mientras desayunaba en un bar.
"Hay más posibilidad de que nosotros, que no hemos hecho nada,
vayamos a la cárcel (a que lo haga la infanta)", dijo Javier Martín, un
empleado de marketing de 33 años.
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