NAIROBI.- Unos 860 millones de personas sobreviven
hoy día en favelas en el mundo debido a la rápida urbanización del
planeta, según el director ejecutivo del Programa de la ONU para los
Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), el médico español Joan Clos, ex alcalde socialista de Barcelona y ex ministro.
"Es una cifra espectacular que se está incrementando", afirma Clos durante la XXIV Reunión del Consejo de
Administración de ONU-Hábitat, que se celebró esta semana en Nairobi,
sede de ese organismo de Naciones Unidas.
"No se ha conseguido aún
contener el crecimiento del chabolismo en el mundo", admite el director
ejecutivo, al subrayar que ese fenómeno se agudiza en el contexto
actual de "creciente demanda de urbanización".
A comienzos del
siglo XIX, sólo el 2 % de la población mundial residía en urbes, cifra
que "ahora está ya por encima del 50 %", explica el también exministro
español de Industria y exalcalde de Barcelona (noreste de España).
"Esto
-recalca- implica que 3.500 millones de habitantes del planeta Tierra
viven en ciudades o zonas urbanas. Pero lo importante no es tan sólo el
número, sino la velocidad a la cual la población se urbaniza. El proceso
de urbanización crece no aritméticamente, sino exponencialmente de una
forma muy acelerada".
Esa aceleración se manifiesta con mayor
fuerza en los países en vías de desarrollo, donde millones de personas
abandonan el campo por la ciudad en busca de un futuro más prometedor y
se instalan en favelas, empujados por la pobreza y la desesperación.
La
población mundial hacinada en poblados chabolistas ha pasado de 760
millones de personas en el año 2000 a unos 860 millones en la
actualidad, según los datos de ONU-Hábitat.
A juicio de Clos, se
trata de "un proceso explosivo, porque la gente cambia de mentalidad
rápidamente. Y entonces empiezan, legítimamente, las demandas de mejores
servicios" básicos.
"Y aquí -asevera- empieza el conflicto
urbano, que es un fenómeno que hemos visto en la Primavera Árabe y que
veremos seguramente en otras partes del mundo, en la medida en que las
sociedades no son capaces de proveer servicios a la velocidad a la que
se urbanizan".
Para el director ejecutivo, la realidad de esos
asentamientos informales "no es algo desconocido", pues ya aplicó, como
alcalde de Barcelona (1997-2006), "programas de lucha contra el
chabolismo".
Como jefe de ONU-Hábitat desde octubre de 2010, Clos
ha visitado favelas en África y Latinoamérica, lugares en los que las
duras condiciones de vida le han dejado "absolutamente de piedra".
En
esas favelas, relata, "una chabola típica tiene entre ocho o nueve
metros cuadrados. Una cama. Dos o tres taburetes. Un hornillo. No hay
lavabo. En algunas partes hay una ventanita. Y en este espacio, viven
dos o tres generaciones. Abuelos, padres e hijos".
"Uno de los
problemas más graves -apostilla- es que la combustión imperfecta de los
hornillos produce neumonías en la población infantil. La mortalidad
infantil por neumonía es tres o cuatro veces mayor en los barrios de
favela que en el resto de la ciudad".
En su opinión, el también
denominado barraquismo podría solucionarse con una adecuada
planificación urbana, si bien, "para planificar las ciudades, se
necesita voluntad política y también una mínima capacidad técnica".
Clos
considera que la urbanización presenta asimismo desafíos en los países
ricos, donde está emergiendo una "nueva pobreza urbana en los países
desarrollados, con desempleo y segregación social", que provoca "casos de violencia descontrolada".
Además,
las sociedades avanzadas afrontan "un reto ambiental, que es el consumo
excesivo de energía", recalca el jefe de ONU-Hábitat.
"Somos ya
-explica- 7.000 millones de habitantes (en el planeta) y no podemos
vivir todos al estilo de la casa, el jardín y la piscina. Esto es lo que
consume más energía".
Sobre el impacto medioambiental del consumo
energético de las ciudades, el director ejecutivo piensa que "es el
modelo de producción el que afecta al cambio climático, no la
urbanización".
"Para consumir menos energía -advierte-, no hay que
desurbanizar. La urbanización, cuando está bien hecha, consume menos
energía".
Preguntado por la urbe perfecta, el exministro español
confiesa que no cree en la "ciudad ideal", ya que, "afortunadamente,
ninguna ciudad del mundo es igual que otra", aunque exista el
denominador común de ser "piedras, personas y reglas".
A su modo de ver, el futuro de la Humanidad pasa por "una urbanización bien diseñada" que permita "vivir de una forma digna".
"La
urbanización -concluye Joan Clos- es un fruto positivo de la cultura,
pero a la vez hay que establecer unas normas de convivencia y un diseño
atractivo para que esto no se convierta en un infierno en la Tierra. Y
este es el gran reto...".
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