MADRID.- El exvicepresidente del Gobierno y diputado
socialista Alfonso Guerra está convencido de que ante las desigualdades
sociales y salariales que ha traído consigo la crisis económica, "antes o
después" la gente "va a reaccionar" y avisa de que esa reacción no va a
ser "tan pacífica" como sería deseable.
El diputado más veterano del Congreso, donde tiene escaño desde la
legislatura constituyente de 1977, lanza esta advertencia con motivo de la publicación del
tercer tomo de sus memorias 'Alfonso Guerra. Un socialista sin fisuras',
editado por Planeta.
Guerra sostiene que el mundo está "en el peor momento" como
consecuencia del paso del capitalismo productivo al capitalismo
financiero. En su opinión, se ha optado por despreciar "la industria y
lo productivo" porque el intercambio de acciones "permite ganar mucho
más dinero" y de ahí vienen todos los males actuales. "Ya no quieren
tener que luchar con sindicatos, sólo quieren financieros y eso va a
arruinar al mundo".
Antes, explica, la diferencia salarial entre "el director y el
peón" era de "uno a 25, a veces de 1 a 50, pero es que ahora está 1 a
mil".
"Hoy hay muchos dirigentes de empresa que en un día ganan lo que
su empleado en todo un año. No podemos estar así, no es posible, la
gente, antes o después, va a reaccionar. Arriba la élite está teniendo
unas fortunas obscenas. Esto no se puede sostener, en algún momento va a
terminar, probablemente no tan pacíficamente como quisiéramos".
En este contexto, es partidario de que los partidos, incluido el
suyo, se sometan a una "reconversión" para dar cumplimiento al artículo 6
de la Constitución, que les "exige funcionar democráticamente
internamente".
"Hay muchas mejoras posibles a ese respecto en todos los
partidos", destaca, pero no quiere ni oír hablar de primarias o listas
abiertas porque para él "eso es menos democrático".
Preguntado entonces sobre qué habría que hacer, apuesta por
"vivificar los centros de reunión" y recuerda cómo Pablo Iglesias usó
las Casas del Pueblo para crear bibliotecas que sirvieron para "educar a
millones de personas".
"Hoy los centros de reunión (agrupaciones
socialistas) tienen que tener otra razón de ser, pero tienen que ser
elementos vivos, porque que no son muy vivos", avisa.
Cuando se le insiste en que el problema fundamental es que los
ciudadanos ya no se fían de los partidos, reparte culpas entre la
"actuaciones" de las formaciones políticas" y la "campaña permanente"
contra ellas que, según denuncia, hacen los medios de comunicación.
Al ser interrogado sobre la posición que mantienen los socialistas
catalanes ante el proceso soberanista abierto en Cataluña, Guerra
reconoce que el PSC actual y aquel con el que él tuvo que lidiar desde
la cúpula del PSOE "se parecen en poco". "El PSC entonces era la oferta
socialista en Cataluña y ahora está dentro de lo que yo llamo el
nacionalismo orgánico. Ahora está dentro del nacionalismo y por tanto,
los catalanes se quedan sin una oferta socialista".
Esta tercera entrega de las memorias de Guerra arrancan en 1991
cuando, acosado por el caso de corrupción en el que se vio inmerso su
hermano Juan, decide dejar el Gobierno. Ahora que las tramas corruptas
vuelven a estar de actualidad, Guerra se lamenta de que en España "no
dimite nadie" cuando, para él, "dimitir es noble y no un fracaso".
Dice desconocer por qué "la gente se agarra" a sus puestos, sobre
todo porque "la vida política es bastante dura e ingrata".
"Hay gente
que siempre busca la gratitud de los demás y, si ese es tu objetivo
nunca vas a estar contento", advierte. Él, por contra, garantiza que no
es amigo de "distinciones".
Preguntado sobre si ve al secretario general del PSOE, Alfredo
Pérez Rubalcaba, sometiéndose a una nueva reválida en las urnas, indica
que esa decisión dependerá primero de lo que él quiera hacer y luego
tendrá que contar con la "rúbrica" del partido. "No sé si está con ánimo
de repetir. Aquí los presidentes que ha habido -"Felipe González, Aznar
y este hombre (Mariano Rajoy) han gobernado siempre a tercera. No sé si
tendrá, intención, interés y fuerza, porque en la política hay que
tenerla", puntualiza antes de recurrir a un símil aeronáutico.
"Para levantar el vuelo un avión necesita todos los motores
encendidos, cuando está en vuelo puede apagar un motor, y no se cae, y
dos, y no se cae, incluso todos, y puede planear. Pero cuando está en el
suelo para levantar hay que poner todos los motores", explica. Y luego
se pone de ejemplo a si mismo: "Cuando me hacen ofertas de algo yo digo
'no me veo con todos los motores encendidos, no lo voy a hacer, no puedo
hacerlo'. Creo que eso es lo que (Rubalcaba) debe tomar en cuenta a la
hora de decidir qué hacer".
Cuando se le interroga por su futuro, recuerda que en la última
convocatoria electoral aceptó presentarse de nuevo al Congreso pero
reservándose el derecho de no agotar la legislatura. "Esa puerta la
tengo abierta", añade. Sin aclarar, porque dice que no lo sabe, si
volverá a ir en las listas en 2015, deja claro que aún se siente con
fuerzas.
"Yo voy a estar trabajando siempre, a mí me gusta trabajar y me
gusta pagar impuestos. Sé que soy un raro", afirma, para sentenciar que
sólo estará "jubilado en la tumba" porque, si bien puede jubilarse "de
la política" nunca dejará "de hacer cosas".
"Estaré haciendo cosas
siempre, hasta que me muera. No sé cuándo será, pero todavía queda".
En su libro dedica un capítulo completo al expresidente Adolfo
Suárez, en el que se lamenta no haber creído cuando en abril de 2002 le
anunció que estaba "perdiendo la memoria".
"Le pregunté, Adolfo, ¿cuándo
sacas tus memorias? Y me dijo: "No las saco, porque estoy perdiendo la
memoria". "Yo creí que era una coquetería, y al poco tiempo le llegó el
alzheimer y me molesta no haberle creído, tengo esa rabia", rememora.
En el capítulo que titula 'Diario del dolor', relata su
convalecencia tras romperse el calcáneo por un "accidente casero" y cómo
decide bajarse la dosis de medicamentos porque defiende que hay que
"conocer el dolor y bajar al infierno". "Las memorias son políticas,
aunque también hay un poco de biografía", comenta, antes de subrayar que
ha recogido, asimismo, su "experiencia con la muerte" y de revelar que
tiene "un cáncer".
Guerra admite que si se tiene en cuenta lo que se publicaba en la
prensa es posible que se pueda interpretar que de toda aquella época
Felipe González se llevó las glorias y a él le tocaron los demonios,
pero dice que no lo siente así y que se siente muy querido, también
dentro del PSOE. "Todavía hay gente que me empuja y yo les digo,
tranquilos".
El exdirigente socialista cree que "es muy difícil arrepentirse de
lo que se ha hecho", pero no de lo que se ha dejado de hacer. Y siente
no haber creado "una atmósfera moral que hiciera ver a la gente que el
ser es más importante que el tener".
"No se logró, en parte, porque
algunos adoraban al dinero y todo el mundo tenía a Mario Conde como el
gran líder, los periódicos, los partidos. Hasta los niños decían que de
mayor querían ser Mario Conde. Alguna responsabilidad tendremos",
reconoce.
Guerra confiesa que hace casi 30 años recibió una oferta del
sector privado. Se trataba de una "multinacional muy importante", de la
que no quiere decir el nombre, que le tentó cuando se instaló en España.
"Les dije no, ese no es mi papel y no me costó nada porque a mí el
dinero no me interesa. Está sólo para gastarlo y yo no tengo
necesidades", agrega.
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