martes, 20 de enero de 2015

Asesinado el fiscal que denunció a la presidenta argentina / Joaquín Abad *

No me he caído del guindo. Llevo muchos años rodeado de asesinatos, mafias, y crímenes de Estado. El caso es que cuando alguien molesta mucho, las fontanerías, los servicios secretos se encargan de anular la amenaza a esa, llamémosle, estabilidad institucional. 
 
En España, por poner un ejemplo, hay suicidios sospechosos, como el de la joven artista Sandra Mozarowski, que se cayó del ático y se decía embarazada del entonces príncipe. Aquello se silenció convenientemente. Como se silenció el accidente del entonces presidente de la ONCE, Antonio Mosquete, cuando cayó por el hueco del ascensor, y no su perro guía. Más tarde, otra amante del entonces Rey Juan Carlos denunció que los servicios secretos habían intentado asesinarla y fue un banquero, Mario Conde, quien movió los hilos para protegerla. Imagino que a cambio se hizo con los vídeos que guardaba la artista.
 
El fiscal argentino Alberto Nisman acaba de ser encontrado con un tiro en la cabeza, en su domicilio, precisamente el día que se le esperaba en el Congreso para que aportara la documentación que señalaba a Cristina Fernández, presidenta de Argentina, por haber maquinado en la ocultación de datos de un atentado contra la embajada israelí en Buenos Aires que costó la vida a 85 personas en el año 1994. Al parecer, el fiscal, profesor de derecho penal y procesal, llevaba años investigando el atentado y llegó a probar que la autoría correspondía al Estado iraní, y que la actual presidenta había acordado con el país persa enterrar la investigación a cambio de que se le cambiara petróleo por grano...

Nada más conocerse que el fiscal iba a presentar a el Congreso las pruebas, desde el gobierno de Cristina se le insultó y, por supuesto, los servicios secretos, acostumbrados en Argentina a hacer desaparecer a los molestos, hizo su trabajo. 
 
Pero en pleno siglo XXI ya es muy difícil que la comunidad internacional no sepa que en Argentina el Estado asesina, como lo hicieron en los sucesivos gobiernos de Perón, como lo hicieron los militares golpistas, como se sigue haciendo. A la vista está. Ya sabemos que ahora se dirá que se investiga para aclarar la muerte del fiscal. Pero los que conocemos como funcionan las instituciones en ese país, pues sabemos ya el resultado. El carpetazo, la falsificación de pruebas. Lo que sea, pero hay que salvar a la presidenta Cristina. Por supuesto.
 
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com

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