En términos demoscópicos, este nuevo año cargado de citas electorales
arranca con la consolidación de las tendencias que se vienen observando
desde la celebración de las pasadas elecciones europeas. Nuevos
jugadores políticos disputan la tradicional hegemonía de las dos grandes
formaciones políticas, Partido Popular y Partido Socialista, al tiempo
que se abre paso un nuevo eje de competición electoral que descansa en
la dicotomía entre un nuevo y un viejo tiempo político.
En ese contexto
se enmarcan los resultados del sondeo publicado el pasado 11 de enero en
El País, en el que, junto a la confirmación de
Podemos como una fuerza emergente con posibilidades de ser el partido
más votado, irrumpe Ciudadanos como la cuarta fuerza política en unas
elecciones generales (por delante de IU y UPyD). Y a esto se une la
buena imagen del líder de esta formación, Albert Rivera, quien sería
ahora el político mejor valorado a nivel nacional (aunque sea el menos
conocido).
A cuatro meses de la primera cita electoral de este año,
las elecciones autonómicas y locales del 24 de mayo, la carrera entre
las diferentes fuerzas políticas se ha vuelto más compleja. En las
pasadas elecciones europeas se confirmó el (anunciado) retroceso del
bipartidismo, mientras nuevas y viejas fuerzas políticas ganaban
terreno. Así, la entrada de Podemos en el escenario político no impidió
que otros partidos políticos, como IU y UPyD, también crecieran. En
cambio, ahora la pugna es mucho más competitiva y, como consecuencia de
la eficaz estrategia de Podemos y de la evolución del propio contexto
político, la principal ventaja para competir es la de ser percibido como
un movimiento político nuevo (integrado por ciudadanos), frente a los
partidos tradicionales (con políticos “profesionalizados”).
Planteada así la competición electoral, tanto Podemos -como nueva
fuerza política- y Ciudadanos -como una opción que aparece como novedosa
a nivel nacional-, son los partidos mejor posicionados para atraer a
los electores que desconfían de los partidos tradicionales (en sentido
amplio) y de lo que éstos les ofrecen. Ambos se erigen en los partidos
del cambio político y rechazan ser etiquetados como fuerzas de
izquierdas o derechas y competir por el voto en el eje ideológico.
Ciudadanos se define como un partido “constitucionalista, demócrata y
progresista”.
La formación liderada por Albert Rivera
ha logrado un gran impulso político en el ámbito nacional. Algo que se
explica por su capacidad para aprovechar los elementos del contexto
político que le han resultado favorables, así como para rentabilizar la
pérdida de popularidad y problemas internos que ha protagonizado UPyD en
los últimos meses.
En primer lugar, Ciudadanos ha
logrado hacerse más visible a nivel nacional por el papel que está
jugando en Cataluña oponiéndose al independentismo y abanderando la
regeneración democrática. Según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat,
Ciudadanos sería la tercera fuerza política más votada en unas
elecciones autonómicas catalanas. Esa visibilidad ha sido, por otra
parte, potenciada por su éxito electoral en las pasadas elecciones
europeas en las que logró dos escaños.
En segundo
lugar, y pese que Ciudadanos nació en 2006, ha jugado hábilmente el
papel de partido político nuevo (de base ciudadana) que conecta con la
demanda de una nueva forma de hacer política. Mientras otros partidos
han optado o están optando, como consecuencia de la potente entrada de
Podemos en el escenario político, por el relevo generacional de sus
equipos, Ciudadanos ha sacado rédito a su posición de partida. Ya
contaba con un líder joven, que tenía grandes capacidades comunicativas y
que a nivel nacional no era muy conocido. Estos elementos los ha sabido
utilizar para proyectar la imagen de opción política novedosa.
Y, en tercer lugar, Ciudadanos se ha beneficiado de la potencial
pérdida de tirón electoral de UPyD. Siguiendo los datos del CIS nos
encontramos que desde el pasado julio, y pese a haber crecido en las
elecciones europeas de mayo, la formación liderada por Rosa Díez ha
visto empeoradas significativamente sus expectativas de cara a las
elecciones generales. Por el contrario, las de Ciudadanos han ido al
alza (ver gráfico 1).
Precisamente las desavenencias dentro de UPyD
sobre el frustrado intento de concurrir conjuntamente con Ciudadanos en
las próximas convocatorias electorales ha sido uno de los principales
focos de tensión que han podido pasarle factura a esta formación (con la
destacada deserción de Francisco Sosa Wagner y las críticas al
liderazgo de Rosa Díez).
Como una fuerza política emergente, cabe plantearse cuál
es el perfil de los potenciales votantes de Ciudadanos a nivel nacional
y, por ende, en qué medida está o no acotado el espacio que puede
ocupar. Se puede esbozar ese perfil a partir del último barómetro del
CIS realizado en octubre, el último que incluye indicadores electorales.
Según los resultados de ese estudio, Ciudadanos es percibido a nivel
nacional como un partido de centro (con una media de 5,38 en una escala
en la que 1 es la posición más situada a la izquierda y 10 a la
derecha). Esta percepción contrasta con la imagen más escorada a la
derecha que proyectaba esta formación en Cataluña, pues de acuerdo con un artículo publicado por Lluís Orriols en Agosto de 2013
Ciudadanos era percibido por los votantes catalanes como un partido
claramente posicionado en la derecha e ideológicamente más conservador
que CiU.
En comparación con UPyD (con una media
ideológica de 5,55), Ciudadanos es percibido como un partido situado si
acaso ligerísimamente a la izquierda (aunque la diferencia es muy
pequeña). Esto resulta curioso porque mientras el sector ideológico en
el que UPyD logra más apoyos es en el electorado de centro izquierda,
Ciudadanos lo hace en el electorado de centro derecha (ver cuadro 2).
Por votantes, Ciudadanos parece nutrirse de electores descontentos con
UPyD y el PP, y resulta una formación atractiva entre los que no tenían
edad para votar en las elecciones generales de 2011. Por edad, es entre
los electores más jóvenes (de 18 a 24 años) donde Ciudadanos tiene más
éxito potencial, lo que le diferencia también de UPyD (que recaba sus
principales apoyos en el grupo de los que tienen entre 55 y 64 años).
Otro elemento en el que se diferencian es que, al contrario que UPyD,
Ciudadanos logra más apoyos entre los hombres que entre las mujeres. No
obstante, por clase social, ambas formaciones se parecen bastante,
obteniendo mejores resultados en las clases acomodadas.
Ciudadanos se ha convertido
en una importante amenaza para UPyD, no ya porque pueda ser un
obstáculo para su expansión, sino porque le puede llegar a fagocitar.
Con los sondeos a favor y al contrario de lo que ha ocurrido en otras
ocasiones, son ahora los miembros de Ciudadanos los que no tendrían
muchos incentivos para buscar el pacto con UPyD y presentar candidaturas
conjuntas.
Pero la formación de Rosa Díez no es la
única amenazada por la pujanza de Ciudadanos. A los populares les
preocupa esta pujanza, porque una creciente parte de su electorado está
dispuesto a cambiar de voto y apostar por Ciudadanos. En el caso de los
socialistas, las fugas de sus votantes hacia esta formación son menores,
pero cualitativamente importantes porque en fase de retroceso o, en el
mejor de los casos, de estancamiento -y con un tablero en el que cada
vez hay más competidores- todas las fugas restan.
Por otra parte,
Ciudadanos también es un competidor para Podemos, ya que la formación de
Pablo Iglesias también pretende “pescar” en el caladero de votos del
electorado de centro (izquierda). Para competir con Podemos, la
estrategia de Ciudadanos parece ser la de situarse en el mismo eje de partidos alternativos que tienen otra forma de hacer política a los tradicionales,
para después diferenciarse en el tipo de proyecto político que
representan (contraponiendo, desde esa estrategia, moderación y cambio
en positivo, Ciudadanos, frente a revancha y radicalismo, Podemos). Es
útil por tanto interpretar el “fenómeno Ciudadanos” como otra clara
señal de la creciente demanda que hay en la sociedad española de una
nueva forma de hacer política.
En todo caso, es
conveniente insistir en que los sondeos sólo captan la instantánea
demoscópica del momento en que se realizan. Una instantánea que puede
fácilmente cambiar en el futuro. Más aún en estos tiempos marcados por
una elevada volatilidad política y en los que la gran incógnita es saber
hasta qué punto y cómo se acabará traduciendo en las urnas el
(acumulado y visible) malestar social. Como tampoco está claro el
impacto que puedan tener en los electores las estrategias de
polarización que llevarán a cabo tanto el PP ("PP o el caos del
cambio"), como Podemos ("Podemos o el caos de la continuidad") y, en una
posición debilitada, el PSOE ("PSOE como garantía del cambio frente a
la aventura peligrosa de Podemos y a la perniciosa continuidad del PP").
Una polarización que podría perjudicar a Ciudadanos y que explicaría el
énfasis de esta formación en señalarse como un partido alternativo (al
igual que Podemos), enfrentado a los tradicionales.
El interés mediático y político por Ciudadanos ha crecido en la medida
en que, en un horizonte de gran fragmentación política, este partido
aparece potencialmente como un actor que podría llegar a ser clave en la
gobernabilidad en la próxima legislatura. Por el momento, han sabido
jugar bien sus cartas y están bien posicionados para dar el salto a la
política nacional. El siguiente paso en ese objetivo será el trampolín
de las elecciones autonómicas y locales. Será entonces cuando Albert
Rivera decidirá o no presentarse como candidato de esta formación a las
elecciones generales o, por el contrario, continuar en la arena política
catalana. Paradójicamente el personalismo que tanto critican de otras
formaciones políticas -al igual que en el caso de UPyD y Podemos-, es lo
que puede jugar en su contra. Veremos.
Gráficos y cuadros citados se pueden ver en:
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