jueves, 14 de febrero de 2013

Desahuciados / Antonio Casado

  Ana Colau, cara visible del movimiento ciudadano contra los desahucios, la que llamó criminales a los banqueros en sede parlamentaria, celebró con tanto entusiasmo la luz verde del Congreso a su iniciativa legislativa popular que el presidente de la Cámara tuvo que expulsarla, a ella y a sus compañeros, de la tribuna de invitados. Ocurrió el martes pasado en la sesión plenaria que tomó en consideración dicha iniciativa para proceder a tramitarla. Por unanimidad de todos los diputados, incluidos los del Partido Popular, con una sola abstención entre los 334 diputados asistentes a la sesión plenaria. 

   Será bonito mientras dure. Quiero decir que lo del martes, la admisión a trámite de la iniciativa apadrinada por los activistas del movimiento antidesahucios, escenificó la unanimidad de todas las fuerzas políticas en la voluntad de frenar este drama social, pero realmente solo es una formalidad. Tomar en consideración la iniciativa supone el compromiso de darle curso parlamentario, no aceptación de sus propuestas. Se integrarán éstas en la tramitación ordinaria del llamado proyecto de ley de medidas urgentes para reforzar la protección a los deudores hipotecarios. Más conocida como la ley de los desahucios.

   A partir de ahora lo que cuenta es la fuerza numérica de los distintos grupos parlamentarios. No hace falta recordar que la mayoría absoluta del PP (186 diputados) nos permite afirmar sin equivocarnos que sólo prosperarán las enmiendas aceptadas por el partido en el poder. Y en principio no está muy por la labor de respaldar las cuatro más importantes que figuran en la iniciativa de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). A saber: la dación en pago, la paralización del desahucio de la vivienda habitual y el alquiler social.

   Por tanto, este paso triunfal del movimiento antidesahucios, que ha logrado lo primero que se reclamaba en la iniciativa presentada por casi millón y medio de ciudadanos -su tramitación parlamentaria- se puede quedar en nada si el inesperado voto favorable del PP no pasa de ser un gesto de cara a la galería. Por eso lo que procede es que ponga en común con otros grupos, sobre todo con el PSOE, la voluntad política de conciliar, por un lado, una legislación respetuosa con el derecho de propiedad, y por el otro, el rescate de las familias que pueden quedarse sin techo a consecuencia de una crisis económica generada por decisiones equivocadas de gobernantes y banqueros. Hay margen para modular las propuestas de la iniciativa popular sin alterar sustancialmente las bases reguladoras del mercado hipotecario. Lo que no puede hacer el legislador es seguir mirando hacia otro lado mientras la legalidad vigente sigue apadrinando el rescate de los bancos y no el de las familias.

   En todo caso, el movimiento ciudadano, que ha llegado a recurrir a los escudos humanos como último recurso, demuestra que la sociedad no estaba tan anestesiada como parecía ante los efectos de la crisis económica.

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