CÓRDOBA.- Cinco percances coronarios y varias anginas de pecho –la última este mes
de agosto– no han podido con su arrolladora fuerza dialéctica. Tampoco
con su activismo político. A sus 73 años, Julio Anguita promete seguir
en la lucha. “Sí, estoy feliz”, ha declarado al diario local cordobés, entre otras muchas cosas.
–Su susto coincidió con la
noticia sobre el ‘caso Pujol’, donde, por cierto, puede decir alto y
claro aquello de “yo ya lo dije”.
–Mi vida política constituye, en cierta
medida, una fuente de frustración porque muchas cosas fueron dichas en
su época. Por denunciar lo de Pujol no te quiero decir la que me liaron,
sufrí un acoso fortísimo. Hay mucha hipocresía en este país. Estas
actividades se sabían y las sabía el Gobierno.
–¿Qué le indigna más: la actitud de Pujol o la hipocresía de quienes lo silenciaron?
–Todo, una persona corrupta no está
sola, forma parte de un tinglado de financiación de fuerzas políticas.
Existió en el PSOE y existe en el PP. Lo reconoció Rajoy con el asunto
de Bárcenas. Todo esto hace un país donde el trinconeo , la
prebenda y el soborno entre el mundo político y el empresarial, que es
responsable, son cosas normales. También hay una parte del pueblo
español que está contaminada porque participa del trinconeo .
–En el 2012 creó Frente Cívico Somos Mayoría, ¿qué balance hace de la plataforma?
–Cuando se lanzó la idea fue como un soufflé ,
después bajó y ahora empieza a subir poco a poco. Esto no tiene
solución y ningún partido lo arregla. Es tan profundo lo malo que tiene
que debe ser la mayoría, perdón por la palabra, puteada , la
que se levante. Ocurre que esa mayoría está dispersa y Frente Cívico
pretendía ser su nexo. Estamos intentando ponernos de acuerdo en un
mínimo programático. Tenemos la vocación de organizar un contrapoder,
sin afán de protagonismo. Detrás de muchos acontecimientos del último
año está Frente Cívico.
–Se me ocurre un fenómeno que ha revolucionado al país.
–Te refieres a Podemos. Cuando se crea
el Frente Cívico dijimos que el problema es la mayoría, eso significa
que tenemos que conseguir sumar a gente que ha votado al PP. No
planteamos el diálogo ideológico, sino algo programático como acabar con
la corrupción. Esa idea ha cuajado en una organización que ha irrumpido
como un relámpago y ha anidado en un colectivo al que el Gobierno le
tiene mucho miedo: profesionales e intelectuales, gente de clase media
parada. Tienen la proletarización que la clase media no tenía y los
conocimientos. Se han depositado muchas esperanzas en ellos.
–¿Cree que la formación de Pablo Iglesias será capaz de plasmar su discurso en una estructura nacional coherente?
–Creo que lo van a conseguir porque
además es necesario. Si no fueran capaces, lo digo cariñosamente, habría
que pedirles cuentas.
–Ha defendido la unión de Podemos e IU con un programa común, ¿cree que es posible una candidatura conjunta?
–No solo de ellos, de Equo o Stop
Desahucios. El programa es como una partitura y los colectivos son los
instrumentos que repiten la melodía. Si alguna vez eso va en una
candidatura, perfecto. Lo que tenemos enfrente es poderoso; hay que
derrotarlo. No se trata como se decía antes, aunque yo no estaba de
acuerdo, vamos a subir para que el PSOE gire a la izquierda. No, vamos a
sustituirlos cuando podamos.
–¿Alberto Garzón o Pablo Iglesias?
–Son distintos y soy incapaz de
inclinarme por uno. Alberto tiene experiencia de organización,
conocimientos de Economía y ha conectado con la calle. Pablo tiene una
gran capacidad y ha intuido algo que se han perdido los demás: el
problema no es de izquierda frente a derecha, es de la mayoría contra la
oligarquía económica y política. El mensaje de Pablo no es nuevo, pero
en su voz suena fresco.
–¿Le ha sorprendido el ataque furibundo de los partidos clásicos, incluido el PSOE de Alfonso Guerra, hacia Podemos?
–La jauría que los está apuñalando no
sabe que le está dando más fuerza. No me sorprende. Este país ha vivido
de blufs y este señor al que cita es uno de ellos. De izquierdas no
tiene nada.
–¿Por qué ni los casos de corrupción han impulsado la regeneración de los partidos?
–Es imposible que los partidos que se
subvencionan irregularmente se regeneren. La política se ha transformado
en ganar elecciones y para lograrlo hace falta dinero, mientras eso
siga así no podrá conseguirse nada. O hasta que el pueblo que no está
contaminado diga basta.
–¿Qué responsabilidad tiene la ciudadanía?
–La corrupción tiene anclajes en el
mundo diario y ésta es una sociedad fundamentalmente corrupta. Los
valores democráticos nunca han tenido gran fuerza.
–¿Qué siente cuando alguien dice
que es “un golpe de Estado” que dos partidos pacten desbancando al
alcalde que votó la mayoría”?
–Imagínate que la propuesta de reforma
electoral la hubiera hecho Nicolás Maduro, automáticamente las legiones
angélicas y arcangélicas habrían dicho: golpe de Estado. Una persona
puede tener la mayoría de votos, pero son mayoría los que no le han
votado. Y esos, ¿por qué no van a poder hacer alianzas?
–Con la abdicación del Rey, ¿se ha perdido una oportunidad?
–Paradójicamente tenemos un país que
tiene dos reyes y dos reinas, el summum de la casposidad. La abdicación
de Juan Carlos le fue impuesta y la tuvo que aceptar. El poder sabe que
tiene que haber un consenso entre los dos partidos y lo ha habido. Para
ello conviene la figura de un Rey alto y guapo, que cumpla ahora el
papel que cumplió su padre en la transición. Por cuestión de Estado
pactarán como lo han hecho en Alemania. El pueblo se lo ha tragado, ha
creído que el pobre monarca estaba cansado de trabajar por España.
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