MADRID.- Emilio Botín (Santander, 1 de octubre 1934) banquero
español por antonomasia, hijo, padre, nieto, bisnieto y posiblemente
abuelo de banqueros. Principal figura de una estirpe de financieros que
ha pilotado el destino de la historia económica de España durante los
últimos cien años. Botín se ha muerto por sorpresa a los 79 años,
vendiendo salud y los colores de la marca hasta el último momento, narra www.eldiario.es
Con
una línea sucesoria clara y bien definida: su hija, Ana Patricia Botín,
ha sido criada como una princesa de las finanzas. El trono se ocupará
sin tensiones ni revuelo. El rey ha muerto, viva la reina.
Se podría decir que de Botín se han escrito ríos de tinta, pero eso
solo sería parcialmente cierto. El banquero ha sido probablemente la
figura más respetada por la prensa y los periodistas españoles. Las
voces críticas que se han alzado en estos años han sido escasas.
Santander ha sido, con una soterrada disputa con Telefónica, la primera
empresa de España. Sobradamente el primer banco, no del país, sino de la
zona del euro. Y Santander era Botín, y Botín era Santander. Criticar
al presidente era como atacar a la entidad que ha engrasado el crédito
de instituciones, medios de comunicación y partidos políticos de este
país durante décadas.
Botín ha sido amigo de todos.
Para su consejo de administración ha fichado a políticos del PP y del
PSOE. Se deshizo en halagos con Zapatero, y también se deja querer por
Rajoy. Se ha llevado al banco a importantes exreguladores financieros,
protagonizando sonadas puertas giratorias. El último, el de Sheila Blair, presidenta del Fondo de Garantía de Depósitos de Estados Unidos. También por el seno del banco han pasado
el británico Lord Burns y el chileno Vittorio Corbo, que han ejercidos
altos cargos financieros en sus respectivos países. Corbo fue gobernador
del Banco Central de Chile con Ricardo Lagos y Lord Burns, alto cargo
del Tesoro entre 1991 y 1998 y miembro de la Cámara de los Lores.
Amigo de sus amigos, en 2013 volvió a dar trabajo a
Rodrigo Rato, apenas un año después del desguace de Bankia. Hasta el
último momento se resistió a dejar caer a su mano derecha, Alfredo Sáenz, condenado por un delito de acusación falsa.
Desafortunadamente, el Gobierno de Zapatero será recordado por muchos
porque uno de sus últimos actos fue firmar el indulto del consejero
delegado del banco. Y eso que apenas un año antes, el apellido Botín se
había visto salpicado por el mayor caso de evasión fiscal (hasta la
fecha y con permiso de la familia Pujol). Los Botín eran el plato fuerte
de la parte filtrada de la lista Falciani y tuvieron que ajustar
cuentas con el fisco por valor, nada menos, de 200 millones de euros. Su
hermanísimo, Jaime Botín, ha sido multado por Economía porque gracias a
la misma lista se descubrió que tenía más acciones de Bankinter de las
que había declarado. Ocultas en Suiza, eso sí.
De entre todas sus amistades
la más celebrada es posiblemente la del hasta hace poco rey de España.
Prácticamente coetáneos, Botín ha estado presente en la vida del
exmonarca Juan Carlos I, desde que su padre, Emilio Botín, le pagó a los
reyes el viaje de novios tras su boda.
En los mentideros de la Corte siempre se ha dado por hecho que Banif,
la desaparecida banca privada de la entidad cántabra, era el banco de la
familia real.
Precisamente la abdicación del rey
abrió el melón del celebrado relevo generacional en España. El Ibex 35
está trufado de presidentes septuagenarios, como lo estaba el mundo
político institucional. Por azar, por obligación y por la crisis, 2014
será el año que ha marcado el punto de inflexión en que realmente la
generación de la Transición ha dejado de gobernar en España.
Prácticamente solo permanece en su puesto otro de los habituales del rey
y de Botín, el Marqués de Villar Mir que este mismo verano también fue
hospitalizado. Isidoro Álvarez, presidente de El Corte Inglés y de la
misma edad que Botín, ha sido ingresado hoy en el hospital Puerta de Hierro pero no ha trascendido la gravedad de su situación.
Con todo, y en términos empresariales, el éxito de Botín es que
consiguió convertir un banco familiar en uno de los bancos más poderosos
del mundo. A día de hoy, esta particular ambivalencia sigue presente.
Santander es un monstruo financiero, el décimo por capitalización
bursátil del mundo, rondando los 100.000 millones de euros. Y, sin
embargo, el apellido familiar continúa dominando la entidad, que se ha
tenido que enfrentar desde los inicios de la recesión a varias crisis internas y reputacionales fruto de una gestión que sí trae reminiscencias de una empresa familiar.
Su descuido en las relaciones con los inversores le ha llevado a
cosechar sonadas multas durante la crisis. El regulador británico le
impuso una multa de 14,7 millones de euros a la filial en Reino Unido por
mal asesoramiento a sus clientes. La multa es una de las más altas que
se ha impuesto en el país y se hizo mediante la figura del mystery shopper, el
cliente camuflado que va al banco a que le asesoren sobre el producto
financiero que más le conviene. La Reserva Federal estadounidense
también le sacó los colores por no cumplir los requisitos de capital en
2013 y la CNMV le ha expedido un multazo de casi 17 millones de euros
por la mala comercialización de Valores Santander.
Esta última operación es actualmente el principal quebradero de cabeza del banco
en España, ya que se enfrenta a una investigación en la Audiencia
Nacional para decicir si hubo delito en su comercialización. Con 129.000
clientes potencialmente afectados por este producto, el heredero del
banco rojo se enfrentará a un problema de reputación, similar al que
vivieron las cajas de ahorro con las preferentes.
El banco se ha hecho hueco prácticamente en todos los continentes con
el propio Botín como embajador que ha paseado los colores y su
españolidad sin ningún tipo de rubor, una labor en la que también han
colaborado Ferrari y los éxitos de Fernando Alonso. La fama de la
capital de Cantabria también ha traspasado fronteras gracias a su
principal familia, a la que deja mediante la fundación un proyecto de
centro cultural que está llamado a ser una de las referencias en
España.
Botín se va sin aparecer ya en la lista
Forbes de principales fortunas del planeta. Con una generación de
poderosos en extinción. Con su querido Alonso sin prácticamente bólido y
penando por circuitos de Fórmula 1. Pero con el banco recobrando el
brío de la cotización y la credibilidad en el sector financiero después
de cinco años de travesía del desierto. No será una época de cambios
para el banco. Es un cambio de época.
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