viernes, 26 de abril de 2013

Antonio Garrigues: «La Monarquía tiene que recuperar la credibilidad, igual que políticos y financieros»

OVIEDO.- El prestigioso jurista y escritor Antonio Garrigues Walker (Madrid, 1934), presidente de la firma de abogados Garrigues desde 1961, obtuvo ayer el Premio Internacional de Ensayo «Jovellanos» por su obra «España, las otras transiciones». Explica aquí el contenido de su obra, sin perder de vista la actualidad. Lo ha entrevistado el diario 'La Nueva España'.

-¿Analiza en su ensayo la transición española a la democracia como resultado de otras transformaciones sociales previas?
-No, en mi ensayo insisto en que la Transición fue un hecho valorable, pero que, además de ese cambio político, hubo otras transiciones: sindical, empresarial, económica, sociológica... Han sido importantes e interesantes, como la que protagonizó la mujer. Y, sin embargo, aparecen disminuidas por el foco tan importante de la transición política, con méritos profundos.

-¿Es la suya una posición revisionista respecto a la interpretación canónica de la Transición?
-Realmente, no. Tengo un juicio positivo de la Transición y creo que, si analizamos las circunstancias en las que estábamos, las opciones eran escasas. Lo que hicimos fue lo que había que hacer: poner el énfasis en la restauración de las instituciones democráticas. No, no es bajo ningún concepto revisionista, aunque sí puede tener algo de eso la idea -y más en un país que no se ocupa mucho de la Historia- de recordar. No todo se hizo bien, pero casi todo se hizo bien. Y fue así porque había una especie de ánimo, de impulso que funcionaba.

-¿Y se ha perdido?
-Sí, pero lo que quiero decir es que nadie crea que España es el único país en que ha ocurrido esa pérdida de impulso. También ha ocurrido en Italia, Francia, Alemania, Inglaterra... Acabo de estar en Estados Unidos y también allí se ha perdido. La credibilidad del estamento político ha pegado un descenso brutal en todo el mundo.

-¿Cuáles son las causas?
-Aunque no lo quieran admitir, el estamento político no ha hecho el proceso de adaptación necesario y sigue comportándose de una forma antigua, como dicen los jóvenes. Sus esquemas de comportamiento no se han adaptado a la modernidad.

-Antes le preguntaba por la posición revisionista sobre la Transición, al recordar trabajos de algunos analistas jóvenes. Pienso, por ejemplo, en el libro «CT o la cultura de la Transición». Hay quien afirma que la España de la corrupción o de la falta de transparencia viene de los consensos de aquellos años.
-También está el libro de Antonio Muñoz Molina, «Todo lo que era sólido», que es muy interesante. Insisto, si tenemos en cuenta las circunstancias que había, se aplicaron las mejores opciones y, por tanto, lo que se hizo fue muy bueno. Este país se ha enriquecido democráticamente, sociológicamente e, incluso, económicamente. Lo que ocurre es que la crisis ha aminorado mucho los impulsos y los ánimos. Ahora bien, esta crisis va a pasar, como todas; España está en condiciones de ponerse, de nuevo, en buena línea para el crecimiento, que vendrá antes o después. Creo que la tendencia a dramatizar y a los ejercicios de catastrofismo me parecen claramente irresponsables.

-Pero vivimos un momento muy difícil. Instituciones que nos parecía que estaban consolidadas, por ejemplo la Monarquía, son cuestionadas.
-Hay estamentos, incluida la Monarquía, que deben hacer su propia recomposición. Estoy convencido de que la Monarquía lo hará. Tiene que recuperar la credibilidad, igual que el estamento político o que el financiero. Todos, también los medios de comunicación, que deberán abrir su proceso autocrítico. Lo que no podemos es dedicarnos a descalificar a los demás, sin aceptar que en nuestros propios campos también tenemos que hacer ejercicios autocríticos sinceros.

-¿Qué le llevó a escribir este ensayo sobre la Transición?
-Pues el darme cuenta de que había una serie de temas coincidentes. Recuerdo un artículo que escribí en aquellos años, «Tres millones de parados», cuando ahora hemos duplicado ese número; habrá que decir, también, ya basta. Asuntos muy parecidos, pero la diferencia entre aquella época y ésta es que se han producido las transformaciones democrática, sociológica y la económica. En tiempos de crisis es muy difícil mantener la serenidad y la calma, pero seguimos siendo un país serio, digno; no tenemos muchísimos más problemas que el resto de los países. No hagamos, por lo tanto, ejercicios negativos. Quizá no se pueda ser optimista, pero es obligatorio ser positivo. Me encantó ver en los Estados Unidos cómo el Consejo Español para la Competitividad ha presentado un escenario económico en el que se resaltaban las ventajas y los logros de España.

-Usted está considerado como un experto jurista en inversiones extranjeras. ¿Ve algún tipo de recuperación económica o habrá que seguir padeciendo la receta de la austeridad?
-En el dilema entre políticas de austeridad y de crecimiento es muy difícil encontrar el punto de equilibrio. Me temo que la señora Merkel no va a cambiar de opinión hasta que no pasen, en el próximo septiembre, las elecciones alemanas. Dicho esto, creo que poco a poco se irán introduciendo mecanismos de flexibilidad; ya estamos viendo que a España se le van a dar márgenes de operación (para reducir su déficit) más generosos. Estoy convencido de que acabaremos viendo un encuentro entre esas políticas de austeridad a rajatabla y las de crecimiento; creo que encontraremos ese punto de equilibrio.

-El Gobierno de Rajoy afirma que la recuperación está en marcha.
-Hay datos inequívocos, como la balanza de pagos y el sector exterior, que son espectaculares. Existe una cantidad de empresas en el mundo que demuestra la solidez de nuestro sistema económico. No se puede negar eso, como es ridículo negar que tenemos problemas.

-Usted creó el Partido Demócrata Liberal en 1982 y se embarcó en aquella famosa «operación Roca». ¿Por qué fracasó en España un partido explícitamente liberal?
-Lo hicimos mal. Los liberales tenemos una tendencia a fracasar en política, ¿no? La operación estaba llena de buen sentido: la idea era incorporar el nacionalismo a la vida nacional y el liberalismo al sistema político. Hicimos una operación muy compleja, y yo no soy de los que echa las culpas a la ciudadanía. Si no nos votaron, es que no supimos explicarnos y hacerlo bien. Por otra parte, no es fácil que un partido pueda meterse entre otros dos mayoritarios. Vivimos los problemas de la ley electoral, que premia a las mayorías. Pero insisto, la razón básica es que lo hicimos mal.

-¿Ahí decidió despedirse de la política de primera línea?
-Por descontado. Cuando se fracasa de esa manera tan esplendorosa ya no hay derecho a una segunda oportunidad.

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