ATENAS.- Grecia tiene este domingo una nueva cita
con su historia, construida en los últimos años a base de elecciones y
cifras macroeconómicas. Los griegos han sido convocados de forma anticipada
para decidir si refrendan al Gobierno liderado por Nueva Democracia u
optan por un giro a la izquierda simbolizado en esta ocasión por la
Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) de Alexis Tsipras.
El país ha llegado hasta estas elecciones de nuevo tras un adelanto,
sin que hayan pasado tres años desde la última cita. El primer
ministro, Antonis Samarás, apostó hace un mes su futuro político a la
elección del presidente, que decidió adelantar a diciembre de 2014 para
zanjar una incertidumbre que ya comenzaba a asomar.
La designación presidencial corresponde al Parlamento y obliga a que una 'supermayoría' de diputados respalde a un único candidato.
Nueva Democracia y el PASOK no lograron sumar suficientes apoyos para
su candidato, el excomisario europeo Stavros Dimas, lo que derivó en la
disolución parlamentaria -tal como quería Syriza-.
Casi diez millones de griegos están llamados a votar para elegir la composición del Parlamento o Consejo de los Helenos. El voto es obligatorio,
si bien en la práctica no se aplican sanciones y las leyes contemplan
excepciones para el caso de las personas mayores de 71 años, que
representan una quinta parte del electorado total.
La ley
establece que los colegios electorales están abiertos en Grecia desde
que amanece hasta que se pone el sol. En términos prácticos, este dogma
ha traducido en una apertura de urnas a las 7.00 -una hora menos en la
España peninsular- y cerrarán a las 19.00. Una vez selladas las urnas, los medios publicarán los primeros sondeos.
El primer ministro, Samarás, ha depositado ya su voto haciendo un llamamiento a los indecisos para consolidar un futuro griego unido a Europa.
"Estas elecciones determinarán el futuro del país y de nuestros hijos.
Hoy decidiremos si seguimos adelante, fuertes, con seguridad, o si nos
veremos inmersos en problemas", ha explicado en declaraciones recogidas
por 'Enikos' a su salida del colegio electoral de Messinia, en el
Peloponeso, donde ha depositado su voto.
"Hay un número sin precedentes de indecisos,
y creo que son ellos quienes terminarán determinando el resultado. Me
siento optimista, de todas formas, porque nadie quiere detener el rumbo
europeo del país", ha añadido.
De los 300 diputados en juego, 238 se eligen en función de las 56 circunscripciones
mediante un sistema de reparto proporcional, mientras que otros doce
quedan distribuidos por el porcentaje de sufragios obtenidos a nivel
nacional.
Quedarían por repartir, por tanto, 50 escaños. El sistema electoral griego contempla una prima de medio centenar de diputados para el partido más votado
-no se requiere un umbral mínimo de apoyo-, en un intento de garantizar
una gobernabilidad que no parece asegurada tras los comicios de este
domingo.
Para obtener mayoría absoluta, un partido o coalición necesita sumar un total de al menos 150 diputados,
algo que en el actual escenario se antoja complicado. La Constitución
griega plantea un plazo de tres días para que el partido más votado
forme Gobierno y, si no lo consigue, pasa el turno al segundo.
En caso de que ninguna fuerza logre formar una coalición, Grecia se vería abocada a nuevas elecciones, como ya ocurriese tras los comicios de mayo de 2012.
Nueva Democracia logró entonces unos insuficientes 108 escaños que
logró convertir en junio en 129. Los diputados del PASOK (33) le dieron
la llave del Gobierno.
Entre los potenciales aliados destaca ahora To Potami
(El Río), que en pocos meses -surgió antes de las elecciones europeas
de mayo de 2014- ha logrado ascender hasta el punto de luchar por el
tercer puesto. Su ambigüedad programática le deja como posible partido
bisagra tanto para Syriza como para Nueva Democracia.
La terna la completan el Partido Comunista, que se inclinaría en principio por Syriza; Griegos Independientes, más afines a Nueva Democracia; o Amanecer Dorado, con una ideología neonazi que le deja fuera de cualquier cálculo de negociación postelectoral.
La crisis griega no sólo se ha llevado por delante en los últimos años su economía, sino que también ha dinamitado un panorama político plagado de nuevos partidos y donde los ciudadanos parecen estar castigando partidos tradicionales como el PASOK.
En 2009, el partido que entonces lideraba Giorgos Papandreou venció con
casi el 44 por ciento de los votos y logró 160 escaños, mientras que
ahora oscila en el entorno del 5 por ciento en intención de voto.
El
PASOK, liderado ahora por el viceprimer ministro Evagelos Venizelos,
tiene que hacer frente a una posible fuga de votos hacia el nuevo
Movimiento de Socialistas Demócraticos fundado precisamente por Papandreou.
Los sondeos sitúan a esta nueva formación ligeramente por debajo del 3
por ciento, umbral mínimo para obtener representación parlamentaria.
Este
domingo está en juego el futuro no sólo político sino también económico
de Grecia. A pie de calle, pocos son los ciudadanos ajenos a la política de recortes que
ha tocado especialmente a las clases medias y a sectores dependientes
directamente del erario público como funcionarios y pensionistas.
Con un paro superior al 25 por ciento y una deuda pública que equivale actualmente al 175 por ciento del PIB,
Grecia lleva también como una losa los 240.000 millones de euros
totales solicitados a la comunidad internacional para evitar su quiebra.
El
fantasma de la 'troika' -Banco Central Europeo, Comisión Europea y
Fondo Monetario Internacional- ha sobrevolado todos los discursos, así
como el término 'grexit', con el que se plantea una posible salida del
euro que ningún partido parece desear.
Syriza plantea una conferencia de deuda europea y
la introducción de una "cláusula de crecimiento" para la devolución del
capital que queda pendiente, así como una moratoria que permita a
Grecia coger aire.
La coalición de Alexis Tsipras defiende en su programa la "negociación"
frente a la "aceptación" que ejemplifica Samaras, aunque ha matizado su
discurso para evitar recelos tanto en Atenas como en Bruselas. El líder
de Syriza llegó a publicar un artículo en un periódico de Alemania para
decir a los contribuyentes de este país que no tienen "nada que temer".
"Estamos
diciendo la verdad", proclama, por su parte, Nueva Democracia. El
partido del primer ministro ha apostado todo su capital político a la
carta del 'no teníamos otra opción' y, de cara al futuro, ha insistido
en que no queda otra que satisfacer los compromisos pendientes si Grecia
quiere sobrevivir tras el fin del plan de rescate en febrero.
Un 61 por ciento de los griegos quieren ahora que las nuevas autoridades griegas alcancen un consenso en las conversaciones con la 'troika', 20 puntos más que a principios de diciembre, según un sondeo de la firma Pulse para el portal 'Action24'.
Los
líderes europeos no han ocultado sus recelos sobre la posible llegada
al poder de Syriza e incluso el semanario alemán 'Der Spiegel' publicó
que la canciller, Angela Merkel, no vería insalvable una salida de Grecia del euro. Berlín ha insistido en que no es partidario de esta salida, que por el momento descartan también en Atenas.
El continente mira a Grecia por motivos económicos, pero también políticos, ya que Syriza simboliza en todo el continente el auge de una nueva política llamada a romper con los partidos tradicionalmente dominantes. La coalición de izquierdas tiene ante sí el reto de sobrevivir a su propio éxito y de no caer víctima de sus promesas.
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