ATENAS.- Alexis Tsipras ha evolucionado al mismo tiempo que la Grecia democrática hasta convertirse, a sus 40 años, en alternativa de un escenario político que ha dado un vuelco en pocos años. De espíritu combativo ya desde su juventud, Tsipras llega a las elecciones del 25 de enero con el lastre de la inexperiencia y la bandera de la esperanza en el cambio.
Tsipras
nació el 28 de julio de 1974, cuatro días después del final de la
'dictadura de los coroneles' en Grecia. A pesar de que su familia
parecía no tener especial interés en la política, ya desde la
adolescencia, la vida del líder de Syriza ha estado marcada por el
inconformismo ante la autoridad.
El arranque de esta rebelión
llega en 1991, cuando una reforma educativa impulsada por el Gobierno de
centro-derecha genera una ola de protestas en institutos. En un centro
de Atenas, un entonces desconocido Tsipras lideraba la ocupación, en el marco de la cual los alumnos comían y dormían en sus propias clases.
Este primer contacto con los movimientos sociales y políticos -que incluso le llevó a defender en televisión sus ideas siendo menor de edad- terminó de germinar en la Universidad, donde además de estudiar ingeniería civil se adhirió a juntas estudiantiles y a formaciones de izquierdas.
Una
breve etapa en el mundo de las obras públicas dio paso a una vida
dedicada cien por cien a la política. Su primer cargo de responsabilidad
en un partido le llegó en 1999, cuando fue elegido al frente de las
juventudes de Synaspismos, formación en la que ascendió progresivamente
hasta llegar un lustro más tarde al comité central.
Entre medias, siguió tomando parte activamente de movilizaciones,
como cuando en 2001 acudió a Génova para intentar participar en una
manifestación del movimiento antiglobalización con motivo de la reunión
del G-8.
El auge de Syriza
Para las elecciones parlamentarias de 2004, Synaspismos intentó sumar fuerzas con una amalgama de partidos minoritarios para conformar una alianza -Syriza- que estuvo marcada en sus inicios por los disensos entre los distintos grupos. A esta coalición se adhirieron más de una decena de grupos y mezclaba desde comunistas a ecologistas pasando por movimientos más moderados.
Tras unas primeras citas electorales con abiertas discrepancias en el seno de Syriza, en 2006 llegaron las elecciones locales de la esperanza. Un por entonces desconocido Alexis Tsipras, de 30 años, fue propuesto como candidato a la alcaldía de Atenas en un intento por sumar a las generaciones más jóvenes a la nueva izquierda que la coalición intentaba aglutinar.
Tsipras quedó tercero tras obtener un sorprendente 10,5 por ciento de los votos, por detrás de Nueva Democracia y del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), pero se consolidó como una figura en alza y, en 2008, Synaspismos le eligió en un congreso interno como nuevo presidente del partido.
En 2009, Tsipras entró en el Consejo de los Helenos, el nombre oficial de un Parlamento que, desde entonces, no ha abandonado. Una imagen más desenfadada que la del político tradicional y una campaña feroz contra las impopulares medidas de austeridad promovidas por Nueva Democracia y PASOK le han convertido ahora en alternativa.
¿Inexperiencia o esperanza?
Tsipras aspira a ser, con 40 años, el líder más joven de la historia democrática griega. Su juventud y empuje, así como una ruptura total con el actual escenario político, han sido al mismo tiempo defecto y virtud, en función de quién sea el analista.
Así, mientras unos ven en el líder de Syriza un imprudente incapaz de asumir las riendas sin llevar al país al colapso económico y social, otros ven en él la alternativa a unos partidos políticos tradicionales que, a pie de calle, simbolizan la Grecia del paro -25 por ciento-, la deuda -177 por ciento del PIB- y los recortes sociales.
Son este último segmento, el de los descontentos, el que ha llevado a Syriza a conseguir, elección tras elección, cifras históricas. Con un PASOK desaparecido -ha pasado del 44 por ciento en los comicios de 2009 a una intención de voto que ronda el 3 por ciento- y una Nueva Democracia que intenta aguantar el envite desde el Gobierno, la coalición de Tsipras es ahora el rival a batir
En junio de 2012, Syriza ya se quedó a sólo tres puntos del partido del primer ministro, Antonis Samarás, que tuvo que aliarse con el PASOK, su otrora contrapunto político, en un frente común en pro de las reformas que pedían el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El auge de Tsipras desde entonces ha trascendido Grecia y ha cruzado todas las fronteras europeas, lo que le llevó, en términos prácticos, a ser propuesto como candidato de la Izquierda Europea para la jefatura de la Comisión Europea en los comicios de mayo de 2014.
Con las encuestas a favor de Syriza y la aritmética política en contra del Gobierno de Nueva Democracia y PASOK, Grecia se vio abocada en diciembre de 2014 a elecciones anticipadas. El Parlamento fue incapaz de elegir a un nuevo jefe de Estado y fraguó su autodisolución, tal como quería Tsipras.
Vida personal
En el terreno personal, Tsipras comparte su vida con Peristera Batziana, a la que conoció en el instituto y junto a quien formó parte en su juventud de las juventudes comunistas. Ambos tienen dos hijos, uno de los cuales lleva por nombre Ernesto en homenaje a uno de los ídolos de su padre, Ernesto 'Che' Guevara.
Amante del fútbol y del Panathinaikos, poco se sabe de Tsipras más allá de la imagen que él mismo proyecta ante los focos, donde suele aparecer sin corbata y con un discurso que mezcla el desenfado con la beligerancia, siendo el rescate económico y sus condiciones el tema al que más minutos ha dedicado.
El auge de Syriza
Para las elecciones parlamentarias de 2004, Synaspismos intentó sumar fuerzas con una amalgama de partidos minoritarios para conformar una alianza -Syriza- que estuvo marcada en sus inicios por los disensos entre los distintos grupos. A esta coalición se adhirieron más de una decena de grupos y mezclaba desde comunistas a ecologistas pasando por movimientos más moderados.
Tras unas primeras citas electorales con abiertas discrepancias en el seno de Syriza, en 2006 llegaron las elecciones locales de la esperanza. Un por entonces desconocido Alexis Tsipras, de 30 años, fue propuesto como candidato a la alcaldía de Atenas en un intento por sumar a las generaciones más jóvenes a la nueva izquierda que la coalición intentaba aglutinar.
Tsipras quedó tercero tras obtener un sorprendente 10,5 por ciento de los votos, por detrás de Nueva Democracia y del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), pero se consolidó como una figura en alza y, en 2008, Synaspismos le eligió en un congreso interno como nuevo presidente del partido.
En 2009, Tsipras entró en el Consejo de los Helenos, el nombre oficial de un Parlamento que, desde entonces, no ha abandonado. Una imagen más desenfadada que la del político tradicional y una campaña feroz contra las impopulares medidas de austeridad promovidas por Nueva Democracia y PASOK le han convertido ahora en alternativa.
¿Inexperiencia o esperanza?
Tsipras aspira a ser, con 40 años, el líder más joven de la historia democrática griega. Su juventud y empuje, así como una ruptura total con el actual escenario político, han sido al mismo tiempo defecto y virtud, en función de quién sea el analista.
Así, mientras unos ven en el líder de Syriza un imprudente incapaz de asumir las riendas sin llevar al país al colapso económico y social, otros ven en él la alternativa a unos partidos políticos tradicionales que, a pie de calle, simbolizan la Grecia del paro -25 por ciento-, la deuda -177 por ciento del PIB- y los recortes sociales.
Son este último segmento, el de los descontentos, el que ha llevado a Syriza a conseguir, elección tras elección, cifras históricas. Con un PASOK desaparecido -ha pasado del 44 por ciento en los comicios de 2009 a una intención de voto que ronda el 3 por ciento- y una Nueva Democracia que intenta aguantar el envite desde el Gobierno, la coalición de Tsipras es ahora el rival a batir
En junio de 2012, Syriza ya se quedó a sólo tres puntos del partido del primer ministro, Antonis Samarás, que tuvo que aliarse con el PASOK, su otrora contrapunto político, en un frente común en pro de las reformas que pedían el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El auge de Tsipras desde entonces ha trascendido Grecia y ha cruzado todas las fronteras europeas, lo que le llevó, en términos prácticos, a ser propuesto como candidato de la Izquierda Europea para la jefatura de la Comisión Europea en los comicios de mayo de 2014.
Con las encuestas a favor de Syriza y la aritmética política en contra del Gobierno de Nueva Democracia y PASOK, Grecia se vio abocada en diciembre de 2014 a elecciones anticipadas. El Parlamento fue incapaz de elegir a un nuevo jefe de Estado y fraguó su autodisolución, tal como quería Tsipras.
Vida personal
En el terreno personal, Tsipras comparte su vida con Peristera Batziana, a la que conoció en el instituto y junto a quien formó parte en su juventud de las juventudes comunistas. Ambos tienen dos hijos, uno de los cuales lleva por nombre Ernesto en homenaje a uno de los ídolos de su padre, Ernesto 'Che' Guevara.
Amante del fútbol y del Panathinaikos, poco se sabe de Tsipras más allá de la imagen que él mismo proyecta ante los focos, donde suele aparecer sin corbata y con un discurso que mezcla el desenfado con la beligerancia, siendo el rescate económico y sus condiciones el tema al que más minutos ha dedicado.
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