TALLÍN.- La ciudad de Tallín, capital de Estonia, se ha
convertido en la primera capital europea en instaurar la gratuidad en
los transportes públicos para todos sus habitantes, con el fin de
reducir los atascos y la polución.
Desde el inicio del año, los habitantes de Tallín deben
validar una nueva tarjeta verde cuando suben al autobús o el tranvía,
pero el trayecto en sí mismo es gratuito. «Es tan nuevo, que me suelo
olvidar de hacerlo», comenta Pavel Ilmjarv, de 19 años,
mientras coge el autobús nº 5 en el centro de la capital de Estonia.
«Antes, tenía una tarjeta mensual y no tenía que validarla cada vez.
Pero no me voy a quejar: la gratuidad de los transportes es
superpráctica, me encanta», añade.
Solo son gratis los transportes para los 420.000 habitantes
de Tallín. Sin una tarjeta magnética personal que atestigua que se
reside en la ciudad, se paga dos euros.
«Tuvimos esta idea hace justo un año y hemos constatado que
desde las primeras semanas, el número de personas que han utilizado el
transporte público ha aumentado, así que hemos decidido aumentar el
número de autobuses en servicio», explica el alcalde adjunto de
Tallín, Taavi Aas. La mitad de los habitantes de Tallín han utilizado ya
el nuevo sistema, según la alcaldía.
Para el Ayuntamiento, la gratuidad tiene un coste: «Este
año no nos beneficiaremos de los 12,4 millones de euros provenientes de
la venta de billetes de transporte, suma con la que se cubría alrededor
del 23% del total de los gastos de transporte público en Tallín»,
precisa Toomas Pirn, portavoz municipal.
«Parte de esta suma se compensa con el aumento de los
impuestos gracias a los nuevos habitantes. El año pasado la población de
Tallín aumentó en 3.686 personas y sigue subiendo», dice.
Numerosos habitantes de Tallín que hasta ahora declaraban
su chalet de verano como residencia principal se han registrado en
Tallín para beneficiarse de la gratuidad de los transportes públicos,
aumentando con sus impuestos locales las cuentas municipales.
El objetivo de la operación es luchar contra los atascos y la polución. «Esperamos limitar el número de vehículos en circulación en la ciudad y reducir así la contaminación del aire. Los estudios muestran que son los coches los que más contaminan», asegura Pirn.
Todavía es demasiado pronto para valorar la medida. «Hasta
ahora, alrededor de la mitad de los habitantes utilizaban el transporte
público. Habrá que esperar un tiempo para evaluar el número de coches
que se quedan aparcados debido a la gratuidad de los transportes
públicos», señala.
Para una familia de dos adultos y dos niños, la medida debería permitir ahorrar unos 600 euros al año, una cantidad nada desdeñable en un país en el que el salario mensual medio es de 900 euros.
Pero en este pequeño país de 1,3 millones de habitantes,
los no residentes protestan. «Estudio en Parnu y para mí los transportes
públicos no son gratis. Esta medida es muy injusta para los que no
viven en Tallín. En el campo, la gente gana en general menos dinero que
en la capital», dice Eve, una estudiante de 26 años. Un billete cuesta
1,60 euros.
El sistema de gratuidad está reservado solo a los
residentes, existen controles y los defraudadores pueden ser multados
con hasta 60 euros, el equivalente a un subsidio de desempleo. La tasa
de paro es del 10% en este antiguo país de la Unión Soviética,
convertido en miembro de la Unión Europea en 2004 y de la zona euro en
2011.
Tallín espera obtener el título de Capital verde de Europa, concedido este año por la Comisión europea a Nantes, Francia.
«Esperamos lograr el título en 2018. El hecho de ser la
primera capital europea en instaurar la gratuidad de los transportes
para todos sus habitantes nos va a ayudar a conseguirlo», señala el
alcalde adjunto Taavi Aas.
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